Phoenix – EE.UU. (Viernes, 03-01-2020, Gaudium Press) El Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Gerhard Müller, apuntó cuál es el «veneno mortal» que paraliza la Iglesia y propuso un antídoto eficaz para combatirlo.
La denuncia del Cardenal fue hecha durante una Misa que él presidió durante un importante evento que reunía jóvenes católicos en Phoenix, Estados Unidos: «No podemos escapar del veneno mortal de la serpiente si nos tornamos amigos de ella, solo si mantenemos prudentemente la distancia y tenemos el antídoto listo en la mano», afirmó el Cardenal Gerhard Müller.
¿Cuál es el veneno?
Para el Purpurado, «el veneno que paraliza la Iglesia es la opinión según la cual debemos adaptarnos al Zeitgeist, el espíritu de la época, para relativizar los mandamientos de Dios y reinterpretar la doctrina de la fe».
Las palabras del Cardenal fueron proferidas en la homilía de la Misa que él presidió el pasado 1º de enero, Solemnidad de María Madre de Dios, durante el encuentro de jóvenes líderes católicos de la «Fraternidad de Estudiantes Católicos Universitarios» (FOCUS), realizado en la ciudad de Phoenix, en el estado americano de Arizona.
¿Cuál es el antídoto para ese mal?
«El antídoto contra la secularización de la Iglesia es la verdad del Evangelio, es vivir la fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí», afirmó el Cardenal alemán, hasta hace poco tiempo, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Religión Civil
Mons. Müller subrayó que hoy el deseo de muchos es alcanzar una especie de «religión civil» o secular manipulando inclusive algunos elementos de la Iglesia, denunció: «No consideran que la fe revelada sea verdad, pero gustarían de usarla como material para construir su nueva religión de unidad mundial. Para ser admitido en esa meta-religión internacional, el precio que la Iglesia tendría que pagar es renunciar a su defensa de la verdad».
Relativismo que garantiza la «paz» entre religiones
La Iglesia tendría que «renunciar a su defensa de la verdad», pero eso, dijo el Cardenal, «no parece ser un problema, una vez que el relativismo dominante en nuestro mundo rechaza la idea de que realmente podemos conocer la verdad y se presenta como garante de la paz entre las religiones y las posturas».
Catolicismo sin dogmas, sin sacramentos, sin un magisterio infalible…
Además, Müller lamentó que existan algunos que desean «un catolicismo sin dogmas, sin sacramentos y sin un magisterio infalible».
Entretanto, «Jesús no puede ser superado por el cambio de épocas, porque la eternidad de Dios abarca todas las eras de la historia y la biografía de toda persona humana».
«Hoy, la frase mágica del tentador es la ‘modernización necesaria'», continuó el Cardenal. «Consecuentemente, quien se oponga a esa ideología será combatido como enemigo y será acusado de ser alguien tradicional», afirmó el Prefecto Emérito.
Una lógica perversa
Como ejemplo de esa «lógica perversa», el Cardenal se refirió a la «protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, que es desacreditada al catalogarla como una posición política conservadora o de derecha, mientras el asesinato del no nacido inocente, el aborto, es considerado como un derecho humano y, por tanto, como algo progresista».
La Iglesia está sobrepasada en el tiempo. ¿Eso es verdad?
El Cardenal Müller además alertó en su homilía sobre el hecho de que algunos buscan manipular la fe, cuando «muchos cristianos están ansiosos y preocupados» y se preguntan si «el cristianismo todavía se encaja en nuestro tiempo».
«Para algunos, la Iglesia Católica quedó para atrás 200 años en comparación con el lugar donde el mundo está hoy. ¿Existe alguna verdad en esa acusación?».
El Prefecto Emérito mostró que «la crisis en la Iglesia fue provocada por el hombre y surgió porque nos adaptamos confortablemente al espíritu de la vida sin Dios. Por eso, en nuestros corazones, muchas cosas no están redimidas y anhelan una gratificación sustituta».
Creer, esperar, amar, camino de la felicidad
Entretanto, continuó, «quien cree, no precisa de ideología; quien espera, no busca drogas; quien ama, no va atrás de la lujuria del mundo que pasa junto con él. Quien ama a Dios y al prójimo encuentra la felicidad en la entrega de sí mismo».
Después de destacar que «la Iglesia camina con los tiempos en los cambios sociales», el Purpurado alemán recordó que «la fe y la razón son compatibles» y que con ambas podemos llegar a la luz de la verdad para entender el sentido de la vida. Finalmente, el Cardenal enfatizó que «la Iglesia sabe que estamos perdidos sin el Evangelio de Cristo». (JSG)
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