Ciudad del Vaticano (Miércoles, 08-01-2020, Gaudium Press) En la mañana de ayer martes, 07/01, el Papa Francisco retomó las celebraciones matutinas de la Santa Misa en la Casa Santa Marta.
Distinguir el bien del mal
En su homilía Francisco recordó a San Juan Bautista haciendo el pedido de decir «no al espíritu del mundo», aquel que «hace olvidar lo que es el pecado».
«Jesús, en la Última Cena no pide al Padre sacar los discípulos del mundo», porque la vida cristiana está en el mundo, «sino protegerlos del espíritu del mundo», afirmó Francisco.
El Papa destacó en sus palabras que «peor que cometer un pecado» es no saber «distinguir el bien del mal»: «El espíritu del mundo hace olvidar lo que es el pecado», advirtió.
Relativismo moral: «¿Eso es pecado?»
Francisco contó que vio un vídeo de cristianos que festejaban el año nuevo en una ciudad turística, en un país cristiano. Estaban todos «en una mundanidad terrible, desperdiciando dinero y tantas cosas». Comentó el Pontífice: «¿Eso es pecado? – No, querido: eso es corrupción, peor que el pecado. El Espíritu Santo lleva a Dios y, si alguien peca, el Espíritu Santo lo protege y lo ayuda a levantarse, pero el espíritu del mundo lo lleva a la corrupción, a un punto tal que no sabe distinguir lo que es bueno y lo que es malo: es todo la misma cosa, es todo igual», dijo.
Consejo de Francisco
El consejo del Papa Francisco es preguntar «una, dos veces por día, o cuando se siente que algo viene a la mente: Esta cosa que yo siento, ¿qué quiero hacer, de dónde viene? ¿Del espíritu del mundo o del Espíritu de Dios? ¿Esto va hacerme bien o va llevarme por el camino de la mundanidad que es la inconsciencia?».
Francisco aconsejó también un examen de consciencia para evaluar «cómo está el corazón», para que este sea el punto de encuentro con Dios. «¿Qué es lo que yo tuve ganas de hacer, de pensar? ¿Cuál es el espíritu que se movió en mi corazón? El Espíritu de Dios, don de Dios, el Espíritu Santo que me lleva siempre al encuentro con el Señor o el espíritu del mundo, que me distancia del Señor». Aconsejó el Papa a preguntarse a sí mismo, encerrando sus palabras. (JSG)
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