sábado, 23 de noviembre de 2024
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Arzobispo boliviano plantea necesidad de incluir a Dios en la vida pública de la nación

Santa Cruz (Miércoles, 8-1-2020, Gaudium Press) En su primera homilía dominical de 2020, el Arzobispo de Santa Cruz, Bolivia, Mons. Sergio Gualberti, destacó la necesidad de dar un papel central a Jesucristo en el orden social y promover la transmisión de la fe a través de la educación. El prelado invitó a los fieles a cultivar el agradecimiento a Dios y rechazar las tendencias de mundanización.

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Mons. Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz, Bolivia. Foto: Iglesia Viva.

«Los cristianos estamos ante el gran reto de devolver el derecho de ciudadanía a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre para el bien de toda la humanidad, porque su presencia tiene una importancia trascendental en la construcción de un mundo más humano y fraterno», predicó el Arzobispo, según informó Fides. El prelado alertó sobre las consecuencias negativas del olvido de Dios y calificó este reconocimiento como «una tarea urgente y necesaria también en nuestro país, ante un vacío patente de los valores humanos de la convivencia humana y pacífica, y ante el desconocimiento del valor de la vida humana, que se manifiesta en tantos casos de trata y tráfico de personas, feminicidios e infanticidios».

Mons. Gualberti destacó la labor de la educación en esta misión, con la posibilidad de inculcar las virtudes cristianas y los valores. «En las escuelas y colegios hay que proponer con claridad la Buena Noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, para que nosotros vivamos como verdaderos hijos de Dios, como hermanos que se respetan y que se aman», exhortó el Arzobispo.

La esencia de esta manifestación de fe es la profundización del significado de la encarnación de Jesucristo para la vida de los creyentes. «Ser hijos de Dios es un tesoro que debemos valorar y por el que debemos sentirnos inmensamente agradecidos. Gratitud que nos compromete a una vida de fe profunda y a una esperanza viva que nos muevan a actuar, en todo lugar y momento, conforme a la dignidad de hijos de Dios», expuso el prelado. «A menudo también nosotros preferimos las tinieblas, o la mundanización. Nos dejamos llevar por un mundo indiferente a lo sobrenatural y que prescinde de Dios y fabricado según sus gustos y caprichos, el mundo de los ídolos de la soberbia, el orgullo, la autosuficiencia, el placer, el poder y la fama. La mundanización es rechazar a Dios y a la luz para optar por las tinieblas, cerrando las puertas a Dios como la cerraron a Jesús en Belén: ‘no había lugar para ellos en la posada'».

Con información de Fides.

 

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