jueves, 28 de noviembre de 2024
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Jesús instituye el Sacramento de la Reconciliación 

Redacción (Jueves, 08-01-2020, Gaudium Press) El Sanedrín lanzara contra los Apóstoles la terrible acusación de que habían violado el Santo Sepulcro para robar el Cuerpo de Nuestro Señor.

Eso era considerado una de las más criminales acciones, a la cual eran infligidas pesadas penas.

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Las puertas del Cenáculo estaban cerradas

Al anochecer del domingo, los Apóstoles estaban reunidos en el Cenáculo y, por miedo a los judíos, mantenían las puertas cerradas. De repente, «Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, dijo: ‘La paz esté con vosotros’. Después de esas palabras, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se alegraron por ver al Señor.

«Nuevamente, Jesús dijo: ‘La paz esté con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Y, después de haber dicho eso, sopló sobre ellos y dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quien perdonares los pecados, ellos les serán perdonados; a quien no perdonares, ellos les serán retenidos.’ «

Tomás, llamado Dídimo, que era uno de los doce, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Los otros discípulos le contaron después: ‘¡Vimos al Señor!’ Pero Tomás les dijo: ‘Si yo no veo la marca de los clavos en sus manos, si yo no pongo el dedo en las marcas de los clavos y no pongo la mano en su costado, no creeré.’

«Ocho días después, se encontraban los discípulos nuevamente reunidos en casa, y Tomás estaba con ellos. Estando cerradas las puertas, Jesús entró, se puso en medio de ellos y dijo: ‘La paz esté con vosotros’. «Después dijo a Tomás: ‘Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Extiende tu mano y colócala en mi costado. Y no seáis incrédulo, sino fiel.’ Tomás respondió: ‘¡Mi Señor y mi Dios!’ Jesús le dijo: ‘¿Creíste, porque me viste? ¡Bienaventurados los que creerán sin haber visto!'» (Jn 20, 19-29).

Jesús hizo sobre los Apóstoles una especie de exorcismo

Aunque las puertas del Cenáculo estuviesen cerradas, Nuestro Señor entró porque después de la resurrección su cuerpo era glorioso. De hecho, enseña la Teología que una de las propiedades de los cuerpos gloriosos es la sutileza, por la cual son capaces de atravesar otros cuerpos siempre que lo quieran.

Transcribimos a seguir algunos comentarios hechos por Monseñor João Clá.

Y, poniéndose en medio de ellos, dijo: «La paz esté con vosotros» (Jn 20, 19b).

«En Nuestro Señor todo tiene peso, cuenta y medida. No debemos, por tanto, comprender tales palabras como siendo un mero saludo.

¿Cuál es su significado más transcendente?

«Los Apóstoles, como criaturas concebidas en el pecado original, tenían malas inclinaciones, tentaciones y problemas, y es muy probable que no disfrutasen en aquel momento de la paz de alma propia de aquellos cuya consciencia está en orden, libre de escrúpulos o perturbaciones.

«Sin duda, el demonio los agitaba, especialmente a propósito de la entrada de Jesús, inculcándoles recelo e inquietud sobre su situación espiritual. Pues, ¿quién puede tener certeza absoluta de que se encuentra en estado de gracia? ¡Nadie!

«Y para que aprovechasen al máximo aquella convivencia, el Divino Maestro hizo sobre ellos una especie de exorcismo al desearles la paz, introduciendo el equilibrio en el alma de cada uno y serenando las pasiones».

El mundo sería un infierno si no hubiese el Sacramento de la Penitencia

Jesús sopló sobre ellos y dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quien perdonares los pecados, ellos les serán perdonados; a quien no perdonares, ellos les serán retenidos» (Jn 20, 22-23).

En ese momento, el Redentor instituyó el Sacramento de la Reconciliación.

Soplando sobre ellos, Nuestro Señor «quiso simbolizar con un acto humano lo que expresó con las palabras ‘recibid el Espíritu Santo’, a fin de, estimulados en la sensibilidad, comprender mejor lo que pasaba en aquel momento: una verdadera efusión del Paráclito, aunque todavía no en plenitud y con la solemnidad que se verificaría más tarde, en Pentecostés, pues solo entonces les serían infundidos todos sus dones. […]

«De hecho, sin la asistencia del Espíritu Santo no es posible ejercer misión tan elevada, pues el confesor debe tratar cada alma tal como Jesús lo haría, sabiendo discernir las disposiciones del penitente, darle el consejo adecuado y estimularlo al sincero arrepentimiento de sus faltas.»

Afirma el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira:

El mundo sería un infierno si no hubiese el Sacramento de la Penitencia, «si nosotros no pudiésemos abrirnos sobre nuestros pecados, y no tuviésemos la certeza del perdón. Qué horror sería la incerteza sobre si Dios nos perdonó o no, si estamos o no en estado de gracia, etc. «¡Qué obra-prima de sabiduría existe en el confesionario, y en el hecho del secreto de confesión nunca ser traicionado!»

Tomás tuvo una experiencia mística

Continúa Monseñor João Clá:

El hecho de Tomás haber declarado que, si no pusiese el dedo en las marcas de los clavos y la mano en la abertura provocada por la lanza, no creería, muestra que él «poseía un carácter obstinado, aferrado a sus ideas, que nadie cambiaba; era un espíritu positivo, casi cartesiano».

Al domingo siguiente, Jesús vino nuevamente al Cenáculo. Tomás tocó en sus santas llagas y creyó.

«Y en aquel momento Nuestro Señor Jesucristo, Creador de la gracia y en quien están todas las gracias, actuó en su inteligencia, infundiéndole una fe extraordinaria que lo llevó a reconocer su divinidad.

«Él tuvo una experiencia mística de que allí estaba la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, la naturaleza divina unida a la naturaleza humana, y de sus labios brotó una exclamación que era lo máximo que él podría decir, un verdadero acto de adoración: ‘¡Mi Señor y mi Dios!’ ¡Bastó tocar en el Hombre-Dios para alcanzar la fidelidad que le faltaba!

«Hay todavía en este pasaje otro aspecto que merece nuestra atención: todo esto ocurrió después de Santo Tomás recibir la paz de Nuestro Señor. De lo contrario, aunque él pusiese la mano en la llaga de nada aprovecharía, porque es en la paz que la fe, la esperanza, la caridad – en fin, todas las virtudes – se desarrollan.»

A través de Santo Tomás, pidamos a Nuestra Señora la gracia de la compenetración de que recibir la Sagrada Eucaristía es un don muchísimo mayor que tocar en las llagas del Redentor.

Por Paulo Francisco Martos (in «Noções de História Sagrada» – 221)   ………………………………………………………………………………………………………..

Cf. GARRIGOU-LAGRANGE, OP, Réginald. L’éternelle vie et la profondeur de l’âme. Paris: Desclée de Brouwer, 1953, p.333.

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2013, v. I, p. 285.286.289.

CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Perfeições da Virgem-Mãe, belezas da Igreja. In revista Dr. Plinio, São Paulo. Ano IV, n. 42 (setembro 2001), p. 19.

CLÁ DIAS, João Scognamiglio. EP. O inédito sobre os Evangelhos. Vaticano: Libreria Editrice Vaticana; São Paulo: Instituto Lume

 

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