Arzobispo estadounidense anima a los Obispos a no dejar perder las almas en medio de una cultura secularizada

Ciudad del Vaticano (Martes, 14-1-2020, Gaudium Press) Durante la visita apostólica de los Obispos de Iowa, Kansas, Missouri y Nebraska, Estados Unidos a la Santa Sede, el Arzobispo de Kansas City, Mons. Joseph F. Naumann, hizo un llamado a los prelados a «no conceder sin luchar una sola alma a la oscuridad de la incredulidad, de la vida sin la amistad y el amor de Jesús», según reportó Crux.

Mons. Joseph F. Naumann,  Arzobispo de Kansas City, Estados Unidos. Foto: Arquidiócesis de Kansas City.

Su exhortación fue inspirada en la reciente publicación de un estudio del Pew Research Center de Estados Unidos en el cual registra el continuo declive de la profesión de la fe cristiana en el país. En lugar de desanimarse con los resultados, el prelado sugirió a los Obispos un mayor testimonio: «Comprometámonos a dar nuestras vidas con amor en nuestros esfuerzos por restaurar y, de alguna manera, inculcar el asombro eucarístico en los corazones de nuestra gente».

El Arzobispo indicó que a pesar de las condiciones actuales y los retos del mundo moderno, el Evangelio «es la misma Buena Noticia que nuestra gente necesita escuchar, proclamada con entusiasmo y autoridad, hoy». Mons. Naumann expuso que el secularismo ocasiona la muerte espiritual de muchos e incluso la muerte física por la soledad y la falta de sentido. «Demos testimonio audazmente a nuestra gente, como lo hicieron los Apóstoles Pedro y Pablo en una cultura profundamente secular, que Dios los ama, que Jesús vino a liberarlos de todo lo que nos esclaviza», propuso el prelado.

También propuso a los Obispos orar fervientemente para recibir la gracia de «ser verdaderos padres espirituales para nuestro pueblo, esforzándose por dar nuestras vidas y amar para que puedan abrazar el don de su verdadera identidad como hijos amados y hijas de Dios». El Arzobispo ofreció como modelo a San Juan Bautista Vianney, el Santo Cura de Ars, quien dedicaba su oración y sacrificio a la salvación de las almas. «Debemos pedirle al Señor que nos dé la gracia de trabajar incansablemente y perseverantemente por lo físico, pero lo más importante, por la riqueza espiritual de los que se confían a nuestro cuidado pastoral», concluyó. «Y luego, para estar en paz, confiar no en nuestras propias habilidades, sino en que el Señor ha escuchado nuestras súplicas y clamores».

Con información de Crux.