San Salvador (Jueves, 16-01-2020, Gaudium Press) El pasado domingo 29 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, fue entronizada la Virgen de Luján, patrona de la Argentina, en la parroquia del Divino Niño en la capital de El Salvador.
La iniciativa de la ceremonia parte del embajador de la República Argentina en el país centroamericano, don Rubén Ruffi, propuesta que rápidamente contó con la colaboración de las autoridades eclesiásticas.
La eucaristía en la cual se entronizó la imagen, fue presidida por el Nuncio en El Salvador, Mons. Santo Rocco Gangemi, y concelebrada por el sacerdote argentino, P. Fernando Gioia, de los Heraldos del Evangelio. También estaban presentes religiosos y laicos de la comunidad argentina en El Salvador.
La imagen ingresó en la procesión de entrada y estuvo en lugar de honor durante la misa. Al finalizar, fue llevada solemnemente a su lugar definitivo en el templo, y allí colocada por el Nuncio Gangemi y el párroco, P. Edwin Henríquez.
Nuestra Señora de Luján
Una vez un portugués, hacendado en la jurisdicción de Córdoba del Tucumán, pidió a un amigo suyo que le llevase del Brasil una imagen de la Inmaculada Concepción, para venerarla en capilla propia que estaba fabricando.
El marino Juan Andrea cumplió por demás la misión, y le llevó no solo una, sino dos imágenes: la de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, y otra de la Madre de Dios con un Divino Niño dormido en sus brazos. Estas llegaron primero al puerto de Buenos Aires.
Las imágenes comenzaron su periplo hacia la hacienda montadas en una carreta. Pero en las orillas del Río Luján, los transportadores quisieron pasar la noche en la estancia de Rosendo.
Al día siguiente, cuando retomaban el camino, la carreta no se movía.
El joven negro Manuel sugirió retirar uno de los cajones, dejando en la carreta el de la Virgen de la Inmaculada, pero la carreta no se movió. Cuando se dejó en la carreta otro de los cajones, esta se movió sin dificultad, lo que interpretaron como señal del cielo, de que la Virgen quería que la imagen permaneciese ahí.
Este es el inicio de la devoción a la Virgen de Luján, que es hoy el centro de la espiritualidad argentina y que se constituye incluso en símbolo de la identidad nacional.
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