Salt Lake (Sábado, 18-01-2020, Gaudium Press) La Directora de la Comisión de Justicia y Paz de Salt Lake City, Estados Unidos, Jean Hill, dedicó un artículo en el periódico diocesano Intermountain Catholic a convocar a los fieles a contactar a los legisladores locales con el fin de detener un proyecto de ley contra el sigilo sacramental de la Confesión en casos de abusos. Según expuso, la norma no prevendría ningún delito, pondría un obstáculo al posible arrepentimiento y entrega de los delincuentes y sometería a los sacerdotes al dilema de enfrentar la persecución de la justicia o violentar las normas de la Iglesia e incurrir en una pena de excomunión.
La norma obligaría a los sacerdotes a elegir entre defender la sacralidad de su fe o evitar la prisión. Foto: Mateus Campos Felipe |
Tras destacar la importancia del Sacramento de la Confesión en la vida de los fieles, Hill lamentó que el proyecto HB90 de la representante estatal Angela Romero «interrumpiría ese momento sagrado de una manera que podría destruir permanentemente la relación entre nuestros sacerdotes y nosotros en el confesionario, sin lograr el objetivo declarado de la legislación». La norma eliminaría la excepción que protege el secreto de Confesión en casos de abuso y negligencia hacia menores. Si bien la Directora indicó que «la motivación para el proyecto de ley es comprensible», alertó que su aprobación «no tendrá este efecto previsto».
«La confesión y la penitencia son fundamentales para la práctica de nuestra fe católica, que data de hace dos milenios. La confesión a los católicos es nuestra oportunidad de revelar nuestra conciencia a Dios, a través del sacerdote que encarna a Cristo en este momento de gracia», recordó Hill. «Para un sacerdote católico, revelar el contenido de la confesión de una persona es un pecado mortal y una base para la excomunión automática. En el pasado, los sacerdotes han sido torturados y han dado sus vidas en lugar de romper su voto solemne de proteger el Sello de la Confesión». El secreto de Confesión no es simplemente una forma de mantener la confidencialidad, sino que «es un deber sagrado y, por lo tanto, crítico para el libre ejercicio de nuestra religión».
La Directora rechazó que los proponentes sugieran que los sacerdotes escuchen confesiones de delitos sin hacer nada al respecto. Esto, indicó, no corresponde con la realidad. «Un sacerdote que escucha la confesión de un delito penal puede requerir que el penitente informe a las fuerzas del orden público, busque asesoramiento, ofrezca hablar con la persona fuera del confesionario y lo acompañe en el acto de autoinforme, o requiera algún otro acto similar de justicia restaurativa a través de la penitencia», expresó Hill. Vulnerar la confidencialidad de la Confesión significaría alejar a los perpetradores de la posibilidad de arrepentirse y confesar.
Por estos motivos, Hill solicitó a los fieles católicos «contactar a los legisladores de su estado y pedirles que se opongan a este proyecto de ley que obliga a las personas a elegir entre la parte más sacrosanta de sus creencias religiosas y el encarcelamiento: la situación contra la cual la Primera Enmienda estaba destinada a proteger».
Con información de Intermountain Catholic.
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