Ciudad del Vaticano (Lunes, 20-01-2020, Gaudium Press) Ayer en la oración mariana del Ángelus, el Papa comentó el tema del evangelio del segundo domingo del tiempo ordinario, que continúa hablando de la manifestación de Jesús en el Río Jordán por ocasión de su bautismo.
Allí, en el Jordán, Jesús «fue consagrado por el Espíritu Santo que reposó sobre él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial».
El Bautista afirma que es ahí donde está el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo, lo que supone una gigantesca novedad en comparación con otras religiones, en las cuales es normalmente el hombre quien ofrece algo a Dios, mientras que en el cristianismo «es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad».
«Juan manifiesta su asombro y su consentimiento a esta novedad impactante que trae Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada vez en la Misa: «¡He aquí el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo!», dijo el Papa.
Es ese el Cordero lleno de misericordia, que es la forma de «Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal asumiéndose totalmente la responsabilidad».
Invito el Papa a contemplar a Cristo «con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor.»
Con información de Vatican News
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