Redacción (Lunes, 20-01-2020, Gaudium Press) Lo artesanal está de moda. Todos aquellos productos industriales que antes fueron el asombro y el gusto del consumidor, están siendo ahora cuestionados, y esto se volvió incluso bandera de ciertas izquierdas más radicales, precisamente las hijas del liberalismo que destruyó a la sociedad orgánica, patriarcal y artesanal que estaba naciendo lenta pero calmadamente en la Edad Media a la sombra maternal de la Iglesia.
El liberalismo tardío impuso la planificación estatal de la economía cuando percibió que su laissez faire-laissez passer comenzó a fracasar por culpa de tergiversar, ridiculizar y perseguir los principios morales del catolicismo. Como la corrupción empezó a tomar cuenta de las iniciativas empresariales inescrupulosas y amparadas por un mercantilismo hipócrita -de origen protestante- se optó por promover el totalitarismo comunista o facista de acuerdo a las tendencias políticas del momento. Esto trajo las guerras mundiales y el horror de los campos de concentración de Hitler y Stalin en Occidente, pero también los de Mao y Pol-pot para el mundo oriental, con la tendencia a planificar mundialmente toda la economía, tras la zurra que le fue dada a la humanidad con aquellos diabólicos regímenes.
Pero la sociedad funciona como un organismo vivo tal y como siempre ha funcionado la Iglesia Católica, que ha sobrevivido a tantos regímenes socio-económicos y continuará sobreviviendo, aunque las tempestades sigan amenazándola y sacudiéndola con ese odio que por ejemplo estamos viendo hoy día. Regímenes que nacen, crecen, se desarrollan y mueren mientras la Iglesia de Cristo permanece siempre fiel a sí misma sin pactar con las modas, menos con las socio-políticas o las económicas.
Organismo maravilloso que se enferma a veces cuando lo atacan los gérmenes, pero que se recupera atrayendo del Cielo gracias medicinales para momentos difíciles, y sacando de su propio sistema inmunológico las defensas que la recuperan victoriosamente. Al fin y al cabo Ella es el propio Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo.
Lo artesanal y el espíritu familiar
Como ante todo es una gran familia de almas, no hay que olvidar que en su seno encontraremos siempre la corrección paternal, el afecto materno, la caridad fraterna y el verdadero sentido de la amistad y lealtad mutuas, prácticas espirituales que deberían ser modelo incluso para las empresas económicas de todo el mundo.
La vida orgánica es necesariamente patriarcal, y fue precisamente ese cuestionamiento al patriarcado -que se impuso definitivamente con Marcuse desde los años sesenta- lo que le trajo a la sociedad de hoy la tendencia a la anarquía y a la autodestrucción que estamos padeciendo.
Taller de artesanías en Cristal de Murano, en Italia
Los talleres artesanales funcionaban acogidos por el calor de una vida familiar, donde el maestro era como el padre y los oficiales y aprendices sus hijos. En el producto finalmente elaborado se percibía el cariño y el esmero de la casa artesanal. La revolución industrial -a la que tanto criticaba el Dr. Plinio- entró con la fuerza del tifón de una locomotora ruidosa y contaminante, ante la cual todo el mundo se arrodilló y hoy estamos recogiendo lo que ella sembró destruyendo la vida orgánica de la sociedad cristiana, que es el prototipo para todas las otras sociedades del mundo y de la historia.
Con lo artesanal debería volver también el apoyo a la iniciativa privada y a la autoridad paternal, y el debido respeto que se le debe a quien en algún momento tomó la decisión -con brío y valentía- de sacar adelante una empresa familiar de la que se alimentaron, vistieron y educaron unos hijos. Pero también la gratitud filial es cosa que está desapareciendo aceleradamente.
Jarrón Chino
Lamentablemente lo artesanal de hoy día más parece algo planificado por el sistema bancario internacional y el estatismo, que el resultado de una sociedad orgánica y tranquila como la de la Edad Media.
Sin embargo no perdamos la esperanza, pues a veces el retorno a alguna sana costumbre o a una noble institución, puede ser un síntoma de que algo resucitará con más vigor y renovado esplendor, y superará lo anterior hasta llevarlo al auge que le fue impedido por la maldad de los que siempre han conspirado contra la civilización cristiana. Los mismos que al percibir un renacer cualquiera, intentan desviarlo para impedir que aquel espíritu patriarcal regrese otra vez a la sociedad de hoy y siga creciendo como era el plan de Dios.
Por Antonio Borda
Deje su Comentario