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Redacción (Miércoles, 22-01-2020, Gaudium Press) La devoción a la Infancia de María es poco conocida, pero es una de las más bellas y está relacionada con unas manifestaciones que tuvo Nuestra Señora a Sor Magdalena de San José, religiosa Concepcionista de México.
Los hecho ocurrieron hace 180 años el 6 de enero, en una fiesta muy especial para la Iglesia relacionada también con infancia, pero de Jesús: La Epifanía del Señor.
Mientras la hermana contemplaba el pesebre, mirando al pequeño Jesús, pensó: ¿Por qué a la Santísima Virgen no se la venera también en us nacimiento, y por qué no se le celebra con cantos de alegría como se hace con el Niño Jesús?.
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| Divina Infante, Iglesia de San Francisco, Querétaro, México / Foto: Archivo. |
En ese instante sor Magdalena tuvo una manifestación de la Virgen, quien se le presentó como Niña y se le reveló sobre el pesebre. Su pequeña y bella figura apareció entre nubes, y era cargada por ángeles. Brillaba mucho, iluminada por el oro, pero su rostro iluminaba más que el mismo oro que portaba.
La religiosa también soñó en dos ocasiones con Nuestra Señora, quien se presentaba con aspecto de Niña, y quien le llamaba a promover su culto. La Virgen le decía:
«Quiero que se me dé culto en mi infancia, ya que es una devoción muy olvidada, y concederé todas las gracias que me pidan bajo esta advocación y esta imagen».
Ante estos hecho nació en el corazón de sor Magdalena el profundo deseo de dar a conocer y propagar la devoción y el culto a la Niña María bajo el nombre de «Divina Infanta». Pero no le fue fácil para la religiosa llevar a cabo esta tarea; aunque la Virgen siempre la acompañó en este propósito.
Primero le comunicó a la abadesa, la Madre Guadalupe de San Lorenzo, el deseo que tenía de dar a conocer esta devoción, y le pidió permiso para hacer una imagen tal cómo la había visto al contemplar el pesebre. La abadesa no le hizo mucho caso, pero se dijo a sí misma que si la hermana Magdalena le insistía en el tema, eso significaba que lo que ella pedía era del agrado de Dios.
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| Virgen Niña, Iglesia San Lorenzo, Sevilla. |
En efecto sor Magdalena le insistió. Un día la religiosa se hallaba limpiando la sacristía y encontró la cabecita de un ángel que había pertenecido antes a una Custodia. Con entusiasmo le llevó la cabecita del ángel a la abadesa pidiéndole de nuevo permiso para realizar una imagen de la Divina Infanta con esa cabeza. La Madre accedió y pronto llamaron al escultor, quien la elaboró en tamaño de una niña recién nacida.
Desde ese momento sor Magdalena comenzó a promover el culto a la infancia de María llegando a muchos corazones que poco a poco la acogieron con gran fervor. Desafortunadamente algunas autoridades eclesiásticas prohibieron su culto hasta que no se comprobara su autenticidad.
Sin perder el ánimo, la hermana concepcionista viajó a Roma y logró entrevistarse con el Papa de entonces, Gregorio XVI, contándole todo lo acontecido, sobre todo el deseo de la Virgen de que se le honrase en su Divina Infancia. El Santo Padre aprobó la devoción y la enriqueció con indulgencias.
De allí se dieron varios acontecimientos, destacándose la fundación de la Congregación de las Esclavas de la Niña María en el año 1865 por parte de Rosario Arrevillaga; la creación de la Congregación de los Esclavos de la Inmaculada Concepción de la Niña María, fundada por el Padre Federico Salvador; así como la fundación de la Congregación de los Misioneros de la Natividad de María.
Existen dos imágenes originales de la Divina Infanta: una es la que custodia la Congregación de las Concepcionistas, la otra, las Esclavas de la Inmaculada Niña. También hay otra peregrina que fue bendecida por San Juan Pablo II y el Papa Francisco.
Con información de Desde la Fe y Santisimavirgen.com.ar.
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