Ciudad del Vaticano (Miércoles, 22-01-2020, Gaudium Press) El pasado sábado -18/01-, para encerrar el conjunto de las audiencias del día, el Papa Francisco recibió en la Sala Clementina, en el Vaticano, una delegación de 70 pescadores venidos de San Benedetto del Tronto, una ciudad localizada en la región italiana de las Marcas.
Los primeros discípulos eran pescadores. Jesús los llamó mientras lanzaban sus redes a las márgenes del Lago de Galilea. Foto: Archivo Gaudium Press
No perder la esperanza: «¡Coraje no les falta!»
Francisco exhortó a los pescadores, sus familias y acompañantes, a no perder la esperanza delante de los inconvenientes e incertezas, que infelizmente enfrentan: «¡Coraje no les falta!».
«Ustedes pertenecen a una categoría significativa en la vida social en la región de las Marcas. En el progreso, que caracteriza a la sociedad moderna, el pescador puede sentirse, a veces, tentado por el deseo de un trabajo más seguro en tierra firme. Entretanto, quien nació al costado del mar no puede erradicar esta realidad de su corazón». Estas fueron palabras del Papa al recordar a los pescadores el trabajo diario que realizan, que enfrenta tantos sacrificios y peligros, para llevar el sustento para sus familias.
El Papa dijo también que el trabajo por ellos realizado, enfrentando el mar, muchas veces, es arriesgado, arduo y peligroso y, por eso, debe ser valorizado y también defendidos sus derechos y aspiraciones.
Pescadores de Galilea
Después de elogiar e incentivar una iniciativa de preservación del fondo del mar, promovida por asociaciones y autoridades de la región de donde vinieron, el Papa Francisco recordó que «la pesca es un trabajo antiguo» y que los Evangelios narran una serie de acontecimientos sobre la vida y el mundo de los pescadores.
Realmente, los primeros discípulos de Jesús eran pescadores. Jesús los llamó para seguirlo mientras lanzaban sus redes a las márgenes del Lago de Galilea.
Sentir la presencia espiritual del Señor
El Papa ponderó: «Imagino que, también hoy, muchos de ustedes cristianos sienten la presencia espiritual del Señor a su lado. Su fe genera valores preciosos: la religiosidad popular, expresada en la confianza en Dios, la oración y la educación cristiana de sus hijos; la estima por la familia; el sentido de solidaridad y ayuda mutua en sus necesidades. ¡No pierdan estos valores!»
Concluyendo su contacto con los pescadores de San Benedetto del Tronto, Francisco invocó sobre todos la protección de la Virgen María, por ellos venerada como «Nuestra Señora del Mar», y su patrono San Francisco de Paula, el Eremita de la Caridad. (ARM)
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