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Redacción (Miércoles, 29-01-2020, Gaudium Press) Debía ser en estos decadentes y finales tiempos, en los que el retorcido ingenio humano -en sus desvaríos- imaginase y realizase los esperpentos de iglesias de que infelizmente terminó plagado todo el orbe. (No falla la ley metafísica: tiempos de maldad, tiempos de fealdad).
Por que no hay que remontarse mucho en la historia para hallar ese gusto casi instintivo bello y sacro a la vez, que quería dar a Dios lo mejor, y que generaba pequeñas-grandes maravillas como las del templo arriba, el Santuario Nacional a la Virgen del Carmen de los salesianos, iglesia neo-gótica consagrada en 1938 en Bogotá, Colombia. Los antiguos sabían que crear belleza no es fácil, y por eso no rompían con la tradición, sino que requintaban la tradición.
Es realmente una fábula esta iglesia de masapán, con sus muy delgadas y coloridas columnas, sus abundantes mármoles italianos, los omnipresentes tonos pastel, sus bellos altares, del Sagrado Corazón, de la Virgen, del Divino Niño, sus traslúcidos vitrales alemanes. Los salesianos, carisma suscitado por Dios para atender preferentemente las clases modestas, sabían que el pueblo también merece la belleza, y construyeron este relicario que eleva, que aligera el alma de las pesadumbres de la vida, que invita a una alegre y serena oración y recogimiento, todo con suave y materna notal marial.
Los confesionarios también son góticos, de austera y trabajada madera, pero los tonos no son tan oscuros, que desentonarían con un conjunto que es por demás festivo, sacral pero festivo. Las puertas y sus marcos de mármol rosa jaspeada, recamados de mosaicos de figuras con sabor a oriente, otra maravilla.
La presencia de Don Bosco está por doquier, aunque discreta, hecha realidad por varios mosaicos, tanto internos cuanto en la fachada de la iglesia. Es un San Juan Bosco acogedor, como siempre lo fue, paterno, que hace pendant con el gótico florido, tal vez un poco por demás florido, tanto que atraiga mucho la piedad femenina.
No podemos decir que el templo sea de un purismo exclusivamente gótico, pues tiene algo de morisco -tal vez la combinación crema y terracota de columnas y nervaduras, tal vez ciertos mosaicos-, y tiene algo de latinoamericano en ciertas formas de ciertos arcos, en ciertas figuras de sus pisos. Se reconoce en el templo la suma de las tradiciones, pero de ninguna manera se siente olor a ‘museo’ sino que es algo vivo y muy actual, muy vigente para estos conturbados tiempos. Además que está muy bien cuidado por la comunidad salesiana.
Si alguna vez alguien tiene la tentación de ir a conocer canguros en Australia, o darse una vuelta por la India para saber de las últimas técnicas de meditación trascendental, le recomendamos que antes haga un paseo por estas maravillas existentes en todas nuestras tierras hispanas, donde no solo hallará arte, sino fe, presencia divina, y tal vez, mucho más valioso, la oportunidad de una conversión, de una confesión, de una comunión, de la salvación…
Por Saúl Castiblanco
P.S.: Seguimos orando por todos los afectados de los incendios en Australia.
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