Ciudad del Vaticano (Miércoles, 29-01-2020, Gaudium Press) En el sermón que profirió este martes, 28/01, durante la misa que celebró por la mañana en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco buscó inspirarse en la primera lectura indicada por la liturgia del día que fue extraída del segundo libro de Samuel. (6,12b-15,17-19)
En ese trecho de Samuel, está narrada la fiesta de David y de todo el pueblo de Israel por el regreso del Arca de la Alianza a su lugar, esto es, a Jerusalén.
Francisco buscó apuntar para los presentes ‘la alegría de ser cristiano’.
La historia y la gran alegría del pueblo
El Papa Francisco recordó a los fieles el hecho histórico de que el Arca de la Alianza había sido llevada y a su regreso en medio de los hebreos fue «una gran alegría para el pueblo»: El pueblo siente que Dios está próximo y, por eso, exulta, dice el Papa.
Hubo fiesta y alegría
El rey David estaba junto con el pueblo y se colocó al frente de la procesión. Mientras en la procesión el pueblo camina, es ofrecido a Dios el sacrificio de un buey y de un carnero a cada seis pasos.
Con el pueblo, el Rey David se exulta, canta y baila «con todas las fuerzas»: «Había una fiesta: la alegría del pueblo de Dios porque Dios estaba con ellos. ¿Y David? Danza. Danza delante del pueblo, expresa su alegría sin sentir vergüenza; es la alegría espiritual del encuentro con el Señor: Dios volvió entre nosotros. Y esto nos da tanta alegría. David no piensa que es el rey y que el rey debe estar distante del pueblo, su majestad – ¿no? -, con la distancia… David ama al Señor, está feliz con este evento de conducir el arca del Señor. Expresa esta felicidad, esta alegría danzando, y ciertamente también cantaba como todo el pueblo.»
Francisco comentó, entonces, un hecho que ocurre también con nosotros, o sea, sentir alegría «cuando estamos con el Señor» y hasta son realizadas fiestas en las parroquias.
El Papa citó otro episodio de la historia de Israel, cuando fue reencontrado el libro de la ley en el tiempo de Neemías y también allí «el pueblo lloraba de alegría», continuando el festejo inclusive en casa.
Espontaneidad y alegría
Samuel describe la vuelta de David para su casa y el encuentro de él con Micol, la hija de Saúl que lo acoge con desprecio. Viendo al rey danzar, ella sintió vergüenza de él y lo reprehendió diciendo: «¿Pero no siente vergüenza danzando como un vulgar, como alguien del pueblo?».
Pero David explica a ella: «Pero vea, eso fue motivo de alegría. ¡Alegría en el Señor, porque trajimos el arca para casa!». Pero, Micol desprecia. Y, dice la Biblia, el Señor la punió por eso: no tuvo hijos.
Comenta el Pontífice que, cuando falta la alegría en un cristiano, ese cristiano no es fecundo; cuando falta la alegría en nuestro corazón, no hay fecundidad.
El apostolado precisa de evangelizadores alegres
Francisco observó que en aquel día, después de la bendición, David había distribuido «un pan de horno para cada uno, una porción de carne asada y torta de uvas», para que cada uno festejase en su propia casa. Y, comenta el Papa: «La Palabra de Dios no se avergüenza de la fiesta»: «Es verdad, a veces el peligro de la alegría es ir más allá y creer que eso es todo. No: esta es la atmósfera de fiesta.»
Francisco concluye su homilía afirmando: «La Iglesia no irá adelante. El Evangelio no irá adelante con evangelizadores aburridos, amargados. No. Solamente irá adelante con evangelizadores alegres y llenos de vida». (JSG)
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