China demuele templo donde sustituyó imágenes por fotos del presidente

Beijing (Miércoles, 29-1-2020, Gaudium Press) Un hecho de persecución en China que generó impacto en la opinión pública católica sirve como ejemplo de la actitud de las autoridades ante las denuncias: eliminar las evidencias, bloquear las comunicaciones y reprimir a quienes denuncian la persecución. Los hechos fueron denunciados por la revista especializada Bitter Winter, quien dio seguimiento a hechos registrados anteriormente y pudo dar cuenta de las maniobras de encubrimiento.

La imagen del  templo católico de Ji’an, profanado por las autoridades chinas, le dio la vuelta al mundo. Foto: Bitter Winter.

La primera noticia analizada fue la del templo católico de Ji’an, de donde fueron retiradas las imágenes religiosas para reemplazarlas con una foto del Presidente Xi Jinpig. Tras la publicación de la denuncia, funcionarios locales ingresaron al templo en horas de la noche y retiraron los materiales de propaganda política, así como el anuncio en el cual se prohibía el ingreso al templo a los menores de edad. Un funcionario local anónimo confirmó a Bitter Winter que la decisión fue tomada por los reportes del hecho en el extranjero. Otro templo reportado en ese mismo medio por haber sido convertido en un centro de culto a los gobernantes, el cual originalmente era de confesión taoísta, fue demolido completamente con el fin de destruir las evidencias de lo sucedido.

Otra de las maniobras de encubrimiento empleadas es el del control de la información y el bloqueo de comunicaciones. El Partido Comunista implementó un fortalecimiento de la confidencialidad de sus documentos con severas penas a quienes filtren la información. Uno de los informantes de Bitter Winter confirmó que las autoridades bloquean el Internet y deshabilitan los servicios de VPN para evitar que la información llegue al extranjero, mientras que severas penas de prisión hacen dudar a los cristianos sobre la posibilidad de convocar el apoyo de la comunidad internacional: «Ellos temen que al contactar a medios de comunicación extranjeros y activistas de derechos humanos, sean acusados y castigados por ‘subversión del poder del estado’, ‘cooperación en infiltración extranjera’ o ‘colusión con fuerzas extranjeras'».

«La gente debería ponerse de pie y hablar para defender sus libertades religiosas y no debería permitir que el gobierno haga lo que quiera», indicó la fuente anónima. «Los grupos religiosos que aún se han librado de duras persecuciones no deben guardar silencio. También podrían ser desintegrados y cerrados por el gobierno uno tras otro».

Con información de Bitter Winter.