Ciudad del Vaticano (Martes, 04-02-2020, Gaudium Press) El pasado viernes, (31/01) el Papa Francisco recibió en la Sala Regia, en el Vaticano, a los participantes del primer Congreso Internacional de la Pastoral de los Ancianos.
El Congreso tuvo como tema: «La riqueza de los años».
La conferencia que fue promovida por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, trató de la atención a ser dada en la Pastoral de los Ancianos e inició con una reflexión sobre la presencia substancial de ancianos en las comunidades, las parroquias y sociedades.
Dirigiéndose a los participantes del congreso el Papa afirmó: «La riqueza de los años es riqueza de las personas, de cada persona que tiene muchos años de vida, experiencia e historia. Es el tesoro precioso que toma forma en el recorrido de la vida de cada hombre y mujer, cualquiera que sea su origen, su proveniencia, sus condiciones económicas o sociales. La vida es un don, y cuando es larga es un privilegio, para sí y para los otros».
El valor de la vejez
«En el siglo XXI, la vejez se tornó uno de los trazos visibles de la humanidad. En pocas décadas, la pirámide demográfica, que contemplaba a un gran número de niños y jóvenes y tenía en el ápice pocos ancianos, fue invertida. Si tiempos atrás los ancianos poblaban un pequeño estado, hoy llenan un continente entero», recordó Francisco.
Y luego continuó: «En ese sentido, la gran presencia de ancianos es una novedad para el ambiente social y geográfico del mundo.»
«Además, la vejez hoy corresponde a estaciones diferentes de la vida: para algunos es la edad en que cesa el compromiso de producir, las fuerzas declinan y aparecen las señales de enfermedad, de necesidad de ayuda y el aislamiento social. Para otros es el inicio de un largo período de bienestar psicofísico y libertad de las obligaciones de trabajo.»
«En las dos situaciones, ¿cómo vivir esos años? ¿Qué sentido dar a esa fase de la vida, que para muchos puede ser larga?», preguntó Francisco.
Contribución de la comunidad eclesial
«La desorientación social, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades tienen por los ancianos, llaman no apenas a la Iglesia, sino a todos, a una reflexión seria a fin de aprender a acoger y apreciar el valor de la vejez.»
«Si de un lado los Estados enfrentan la nueva situación demográfica en el plano económico, de otro, la sociedad civil precisa de valores y significados para la tercera y la cuarta edad. Aquí, la comunidad eclesial puede dar su contribución.»
Francisco pidió para que ese congreso «no se torne una iniciativa aislada, sino que sea el inicio de un camino de profundización pastoral y de discernimiento. Debemos cambiar nuestros hábitos pastorales a fin de responder a la presencia de muchas personas ancianas en las familias y comunidades».
La Bendición de la Longevidad
Francisco recordó a los allí presentes que la «longevidad en la Biblia es una bendición». Es una bendición, dijo, que nos ayuda «a confrontarnos con nuestra fragilidad, con la dependencia recíproca, con nuestros lazos familiares y comunitarios, pero sobretodo con nuestra filiación divina.
Concediendo la vejez, Dios dona tiempo para profundizar nuestro conocimiento sobre Él, la intimidad con Él a fin de entrar siempre más en su corazón y abandonarse a Él».
Tiempo de fecundidad renovada
Al mismo tiempo, la vejez «es un tiempo de fecundidad renovada. El plan de salvación de Dios también se realiza en la pobreza de los cuerpos frágiles, estériles y sin fuerza. Del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abraham nació el pueblo electo. De Isabel y del viejo Zacarías nació Juan Bautista. El anciano, incluso cuando es débil, puede ser un instrumento de la historia de la salvación», resaltó el Papa.
Los ancianos son insubstituibles, el hoy y el mañana de la Iglesia
«Los ancianos son el hoy y el mañana de la Iglesia. Sí, ellos son también el futuro de una Iglesia que, junto con los jóvenes, profetiza y sueña. Por eso, es importante que ancianos y jóvenes conversen entre sí. Es muy importante».
Según el Papa, «la profecía de los ancianos se realiza cuando la luz del Evangelio entre plenamente en sus vidas, cuando, como Simeón y Ana, toman a Jesús en los brazos y anuncian la ‘revolución de la ternura’, la Buena Nueva de aquel que trajo al mundo la luz del Padre».
El vínculo indispensable en la educación de los niños y los jóvenes en la fe
Francisco invitó a todos a ir «al encuentro de los ancianos con la sonrisa en el rostro y el evangelio en las manos»; la salir por las calles de las parroquias, buscando a los ancianos que viven solos. «¡La vejez no es una enfermedad, sino un privilegio! La soledad puede ser una enfermedad que puede ser curada con la caridad, la proximidad y el conforto espiritual».
«Dios tiene un pueblo numeroso de abuelos en todas las partes del mundo. Hoy, en las sociedades secularizadas de muchos países, las generaciones actuales de padres no tienen, en su mayoría, la formación cristiana y la fe viva de los abuelos pueden transmitirla a sus nietos. Ellos son el vínculo indispensable en la educación de los niños y los jóvenes en la fe.»
Colocar a los ancianos en el horizonte pastoral
Concluyendo sus palabras, el Papa aconsejó: «Debemos acostumbrarnos a incluirlos en nuestros horizontes pastorales y a considerarlos como uno de los componentes vitales de nuestras comunidades. Ellos no son apenas personas que somos llamados a ayudar y proteger, sino que pueden ser protagonistas de una pastoral evangelizadora, testigos privilegiados del amor fiel de Dios». (JSG)
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