París (Martes, 11-02-2020, Gaudium Press) «Humane Vitae. Una profecía», así se titula el libro que acaba de publicar el Arzobispo de París, Mons. Michael Aupetit, en la que defiende las premisas que abordó el Papa Pablo VI, hoy santo, en la encíclica sobre la regulación de la natalidad que fue publicada en 1968 para todo el orbe católico y hombres de buena voluntad.
En entrevista con el periodista Christophe Geffroy para le medio La Nef, que ha sido reproducida en español por Religión en Libertad, el prelado aborda varios aspectos del libro, sobre todo el carácter profético de las palabras del pontífice, quien describió muy bien los males sociales que causan la anticoncepción hoy. Al respecto, señala el Arzobispo:
«El carácter profético es inherente a la propia encíclica. Todo lo que el Papa San Pablo VI había anunciado ha ocurrido. Hay quienes piensan que la Iglesia no debería meterse en la vida íntima de las personas. Se comprende su reacción si percibimos la moral cristiana sólo como una manera de dar lecciones (…) La moral cristiana nos introduce en el camino de conversión. Es, ante todo, el anuncio de la Salvación, de un amor que viene para consolarnos en nuestra incapacidad de amar (…) La fe de la Iglesia es portadora de una antropología que corresponde al plan de amor de Dios para el hombre y la mujer».
Abordando el tema de la sexualidad, Mons. Aupetit recuerda que ella es un don y «está ordenada a la fecundación», como ocurre con todas las especies animales, pero en en el ser humano existe «la capacidad de plantearse un acto libre para hacer una elección» que «permite asumir las contingencias fisiológicas y hormonales para aprender a amar de verdad». Un amor que, en palabras del prelado, es «a imagen de Dios el que da grandeza al hombre y la mujer».
En este sentido, puntualiza, «la sexualidad se convierte, entonces, en un lenguaje ordenado al don de la personas, un don que abra a la vida. Amor y Vida está indefectiblemente unidos».
Sobre la fecundidad, el prelado señala que esta va más allá de solo la transmisión de la vida: «Cuando Dios dice ‘sed fecundos’, esto significa que el hombre y la mujer se convierten en responsables de la fecundidad y que son ellos los que transmiten la vida, no de una manera instintiva, sino libremente en concordancia con el acto creador de Dios y la bondad divida sobre las criaturas. El don de la vida es el bien que todos tenemos en común».
Al ser preguntado sobre la ambigua noción de «proyecto parental» que está presente en la ley bioética aprobada en Francia con oposición de los católicos, donde se presenta al hijo como un derecho o un proyecto, Mons. Aupetit sentenció que «un hijo no es un proyecto, es un regalo que hay que acoger. Es un don, no un derecho (…) Lo que queremos es encerrarlo en un destino fijo, congelado, que corresponde sólo al proyecto que sus padres tengan para él y la satisfacción de sus múltiples frustraciones».
Al respecto, hace un llamado: «Un hijo siempre nos lleva más allá de nosotros mismo. Los padres deben recuperar su vocación de acogida y servicio».
El Arzobispo de París aborda en la entrevista el tema del rechazo social a lo sobrenatural, que en últimas implica la pérdida del orden natural. Sobre ello, afirma:
«La capacidad de concebir a Dios es propia del hombre. No es extraño que al rechazar la trascendencia, el hombre vuelva a su instinto bestial. Eliminar a Dios en nombre la ciencia responde a menudo a espíritus que no han evolucionado desde el siglo XIX».
Culminado la entrevista, Mons. Aupetit es preguntado sobre el celibato, señalando que hay un fuerte vínculo entre la vocación al matrimonio y la consagración de la propia vida por el reino:
«La unión de los esposos y la procreación son el signo del consentimiento al don de la vida que Dios hace al hombre y a la mujer. Es el signo de la Alianza de Cristo y de su Iglesia, como nos recuerda tan bien San Pablo. Asimismo, el celibato de los sacerdotes y los consagrados es el signo del amor más grande, que sólo puede venir del Señor Jesús, al que seguimos incluso en su modo de vivir para edificar su reino y anticipar las Bodas eternas que realizan la Alianza de Dios y los hombres».
Con información de Religión en Libertad.
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