sábado, 23 de noviembre de 2024
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La polémica con el progreso de la historia y la solución paulina

Redacción (Martes, 10-02-2020, Gaudium Press) Existe un debate en torno a la existencia o no de un progreso linear en la historia. Algunos defienden una evolución cíclica, otros, sin embargo, consideran haber una progresión, un trayecto rumbo a un auge, tales como Hegel, Fichte, Schelling, o Spencer. [1]

Se mezcla muchas veces esta idea con un concepto de evolucionismo adaptado de Darwin y aplicado a la sociología e incluso a la historia. Algunos visaron una alternativa, como Marx y Engels en el materialismo histórico. Según ellos, «la historia no es un progreso linear y continuo, una secuencia de causas y efectos, sino un proceso de transformaciones sociales determinadas por las contradicciones entre los medios de producción (la forma de la propiedad) y las fuerzas productivas (el trabajo, sus instrumentos, las técnicas)».[2]

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Spengler, en su obra sobre La Decadencia de Occidente, presenta a las civilizaciones «como ciclos cerrados, donde la experiencia humana surge, se desarrolla, alcanza el apogeo, entra en crepúsculo, marchita y muere».[3]

En nuestros días, estas perspectivas acabaron por fenecer y se reconocen presupuestos axiológicos generadores de las civilizaciones, imposibles de aislar, entre los cuales se encuentran las fuentes espirituales [4].

Ratzinger, en su obra Introducción al Cristianismo, defendía que en la perspectiva cristiana «existe una única historia completa del mundo, la cual mantiene un rumbo general y va ‘adelante’ con sus altos y bajos, en los progresos y regresos que la señalen»[5].

Y afirma: «El cristiano tiene seguridad de que la historia avanza; ahora, avance, progreso exige lo definitivo de la dirección – es lo que distingue al cristiano del movimiento en círculo, que no lleva a ninguna meta»[6]. En 2006, ya como Pontífice, al comentar el pasaje: «todas las cosas fueron creadas por Él y para Él» (Col 1, 16), Benedicto XVI resaltó que, con estas palabras, San Pablo «indica una verdad muy importante: la historia tiene una meta, tiene una dirección. La historia camina para la humanidad unida en Cristo, va así hacia el hombre perfecto, para el humanismo perfecto. Con otras palabras San Pablo nos dice: sí, hay un progreso en la historia. Hay – si queremos – una evolución de la historia»[7].

Por P. José Victorino de Andrade,

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[1] A este respecto ver el 12º capítulo de ABBAGNANO, Nicola. História da filosofia. Lisboa: Presença, 2002. Vol. 11. [2] CHAUI, Marilena. Convite à filosofia. São Paulo: Ática, 2000. p. 537. [3] REALE, Miguel. Filosofia do direito. 19a. ed. São Paulo: Saraiva, 2002. p. 232. [4] Loc. Cit. [5] RATZINGER, Joseph. Introdução ao cristianismo. São Paulo: Herder, 1970. p. 154. [6] Ibíd., p. 124. [7] «[…] indica una verità molto importante: la storia ha una meta, ha una direzione. La storia va verso l’umanità unita in Cristo, va così verso l’uomo perfetto, verso l’umanesimo perfetto. Con altre parole san Paolo ci dice: sì, c’è progresso nella storia. C’è – se vogliamo – una evoluzione della storia». (BENEDETTO XVI. Udienza generale: Mercoledì, 4/1/2006. In: Insegnamenti, II, 1 (2006). p. 11. Tradução propia).

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