Ciudad del Vaticano (Lunes, 02-03-2020, Gaudium Press) En su meditación del Ángelus dominical, cuando el Papa anunció que no participaría del retiro cuaresmal para recuperarse de un resfriado, Francisco meditó sobre la lectura del día que narra las tentaciones con las cuáles el maligno quiso ilusamente desviar al Señor de su camino mesiánico.
El Evangelio señala que tras su bautismo en el río Jordán, el Señor fue «llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio», preparándose de este modo, «para comenzar su misión de heraldo del Reino de los Cielos». A la manera de Moisés y Elías, el Señor se prepara ayunando cuarenta días.
Esquina suroeste de las murallas de Jerusalén, en el valle de Kidron, donde la tradición ubica las tentaciones a Jesús
En la primera tentación, y juzgando a Jesús con criterios naturalistas de quien se deja dominar por el hambre tras el ayuno, el demonio dice al Señor que si es Hijo de Dios convierta las piedras en panes, tentación que termina con la respuesta del Mesías alusiva a Moisés, señalando que incluso en el largo camino que el pueblo elegido cursó en el desierto, su vida depende de la Palabra de Dios: «Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Después el diablo se pone ‘más astuto’ y para ‘adornar’ su tentación cita la Sagrada Escritura. El demonio lleva a Jesús a lo alto del templo de Jerusalén y le dice que se lance de ahí, pues está escrito que los Ángeles impedirán cualquier daño. «Pero incluso en este caso Jesús no se deja confundir, porque quien cree sabe que a Dios no se le pone a prueba, sino que se confía en su bondad», dice el Papa. Y por ello responde con otra cita bíblica: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios».
El demonio presiente que se acerca el fin de su reinado
Finalmente, «el tercer intento revela el verdadero pensamiento del diablo: porque la venida del Reino de los Cielos marca el comienzo de su derrota». El demonio le ofrece a Jesús todos los ‘reinos del mundo y su gloria’. El Señor ejemplifica el rechazo de la idolatría del poder y de la gloria humana y expulsa al tentador: «Retírate, satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto».
«También hoy -explicó el Papa- satanás irrumpe en la vida de las personas para tentarlas con sus propuestas seductoras; mezcla las suyas con las muchas voces que tratan de domar la conciencia. Desde muchos lugares llegan mensajes que invitan a ‘dejarse tentar’ para experimentar el placer de la transgresión».
«La experiencia de Jesús nos enseña que la tentación es el tentativo de recorrer caminos alternativos a los de Dios, que nos dan la sensación de autosuficiencia, del disfrute de la vida como un fin en sí mismo. Pero todo esto es ilusorio: pronto nos damos cuenta de que cuanto más nos alejamos de Dios, más nos sentimos indefensos y desamparados ante los grandes problemas de la existencia».
El Pontífice concluye pidiendo a la Madre de Dios que «nos ayude en este tiempo de Cuaresma a estar vigilantes ante las tentaciones, a no someternos a ningún ídolo de este mundo, a seguir a Jesús en la lucha contra el mal».
Con información de Vatican News
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