Ciudad del Vaticano (Jueves, 12-03-2020, Gaudium Press) Durante la Audiencia General de ayer miércoles, 11/03, que fue realizada en la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa Francisco dijo en cierto momento de su catequesis: «Que el Señor nos dé esta gracia, de tener esta sed de justicia, que es la voluntad de encontrar, de ver a Dios y de hacer el bien a los otros».
La Audiencia y la transmisión
La Audiencia fue transmitida en vivo por el portal del Vatican News y por las redes sociales, con los locutores leyendo en varias lenguas el salmo inicial y el resumen de la catequesis, al final.
Esta vez, en la Plaza San Pedro intervenida, ni las pantallas que allá son colocadas estaban prendidas. En la Biblioteca había poca gente, sin fieles, sin peregrinos, sin abrazos y caricias en los niños, como acostumbra ocurrir.
Las injusticias hieren la humanidad
Francisco continuó el ciclo que viene desarrollando en los miércoles, profundizando en las Bienaventuranzas. Esta vez el Papa trató de la cuarta de ellas: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados»
Hambre y sed de justicia…
Francisco recordó que hambre y sed son necesidades primarias, dicen respecto a la sobrevivencia. Sin embargo, hambre y sed de justicia, recordó él, hablan de otra exigencia vital y no se trata de venganza: «Ciertamente, las injusticias hieren la humanidad; la sociedad humana tiene urgencia de equidad, de verdad y de justicia social; recuerdan que el mal sufrido por las mujeres y los hombres del mundo llega hasta el corazón del Padre. ¿Cuál padre no sufriría por el dolor de sus hijos?»
El Pontífice dio seguimiento a sus palabras afirmando que el hambre y la sed de justicia de la que habla el Señor son más profundas que la legítima necesidad de justicia humana que todo hombre carga en su corazón.
El Papa recuerda que en el propio «sermón de la montaña», Jesús habla de una justicia mayor que el derecho humano, cuando dijo: «Porque os digo que, si vuestra justicia no excede a la de los escribas y fariseos, de ningún modo entrareis al reino de los cielos» (Mt 5,20).
Es la justicia que viene de Dios (cfr 1 Cor 1,30). Verdad: la mayor justicia que se puede dar en las Escrituras, hay una sed todavía más profunda que la sed física, dijo Francisco, como dice el Salmo 63, nuestra alma tiene sed de Dios, como tierra desierta, árida, sin agua: «En todo corazón, hasta incluso en la persona más corrupta y distante del bien, está escondido un anhelo rumbo a la luz, incluso si bajo los escombros de engaños y errores, está siempre la sed de verdad y de bien, que es la sed de Dios. Es el Espíritu Santo que suscita esta sed».
Y es por eso que la Iglesia es enviada a anunciar a todos la Palabra de Dios, porque el Evangelio de Jesucristo es la mayor justicia que se pueda ofrecer al corazón de la humanidad, que es una necesidad vital, aunque no se perciba.
Sed que no será desilusionada
Para concluir su catequesis de ayer, Francisco dijo que en esta bienaventuranza, Jesús anuncia que hay una sed que no será desilusionada, porque corresponde al corazón propio de Dios y a la semilla que el Espíritu Santo sembró en nuestros corazones. Y encierra la Audiencia pidiendo: «Que el Señor nos dé esta gracia, de tener esta sed de justicia, que es la voluntad de encontrar, de ver a Dios y de hacer el bien a los otros.» (JSG)
Deje su Comentario