Roma (Viernes, 13-03-2020, Gaudium Press) Ante la emergencia que ha generado el coronavirus Covid-19 y la difícil situación que se vive en muchos países, el Rector Mayor de los Salesianos, Padre Ángel Fernandez Artime, ha convocado a la Familia Salesiana alrededor del mundo para que se una en oración con una novena extraordinaria a María Auxiliadora, que se realizará desde el 15 al 23 de marzo y culminará el día 24 – en la conmemoración mensual a la patrona de los salesianos – con la consagración del mundo a la Virgen Auxiliadora de los Cristianos.
Rezando frecuentemente la jaculatoria «María, Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros» nos veremos libres del mal / Foto: Sonia Trujillo. |
Como se ha explicado desde la agencia de información salesiana ANS, la novena se realizará de la siguiente manera:
Durante nueve días consecutivos rezar tres Padres Nuestros, tres Avemarías y el Gloria al Santísimo Sacramento añadiendo la jaculatoria: Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento.
Luego rezar tres veces la «Salve Regina» con la jaculatoria: María, Auxilio de los Cristianos, ruega por nosotros.
Para culminar con la siguiente oración:
Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo,y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh, Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas benignamente. Amén.
También se ha incluido la Oración para la liberación del Coronavirus:
Dios todopoderoso y eterno, de quien todo el universo recibe energía, existencia y vida, venimos a ti para invocar tu misericordia, pues aún hoy experimentamos la fragilidad de la condición humana en la experiencia de una nueva epidemia viral.
Creemos que Tú diriges el curso de la historia de la humanidad y que tu amor puede cambiar nuestro destino para mejor, sea cual sea nuestra condición humana. Por eso te confiamos a los enfermos y a sus familias. Por el Misterio Pascual de tu Hijo, dale la salvación y el alivio a su cuerpo y a su espíritu.
Ayuda a cada miembro de la sociedad a llevar a cabo su tarea, fortaleciendo el espíritu de solidaridad mutua. Apoya a los médicos y a los trabajadores de la salud, a los educadores y a los trabajadores sociales en el desempeño de su servicio.
Tú que eres el consuelo en la fatiga y el apoyo en la debilidad, por la intercesión de la Santísima Virgen María y todos los santos quita todo mal de nosotros.
Libéranos de la epidemia que nos golpea para que podamos volver tranquilamente a nuestras ocupaciones habituales y te alabemos y agradezcamos con un corazón renovado.
En ti confiamos y a ti te elevamos nuestra súplica, a través de Cristo nuestro Señor. Amén.
El Rector Mayor de los Salesianos, también invita para que la familia de Don Bosco y fieles cristianos realicen el martes 24 de marzo la Consagración del mundo a María Auxiliadora:
¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh, Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh, dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh, María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea.
La medalla de María Auxiliadora, protectora ante el mal
Los salesianos también están recomendado llevar en el cuello la medalla de María Auxiliadora, tal como lo hizo el propio San Juan Bosco con sus hijos espirituales en el Oratorio de Turín cuando llegó, en el año 1854, la peste del Cólera. El santo pidió a los jóvenes lo siguiente viéndose libres del peligro:
«Si cumplís lo que yo os digo, os libraréis del peligro. Ante todo debes vivir en gracia de Dios, llevar al cuello una medalla de la Santísima Virgen que yo bendeciré y regalaré a cada uno y rezará cada día un padrenuestro, un avemaría y un gloria con la oración de san Luis Gonzaga, añadiendo la jaculatoria: Líbramos, Señor, de todo mal» (Ver: Las armas espirituales que propone San Juan Bosco para combatir la peste).
Como relata el Padre Ángel Peña, OAR, en el libro «Vivencias de Don Bosco», hubo otros casos en que se comprobó la protección de la Virgen a quienes portaban la medalla de la Auxiliadora y siguieron los consejos de Don Boco. Esto ocurrió con las hermanas de San José quienes antes de partir a Pinerolo para asistir a los enfermos de Cólera, pidieron a Don Bosco la medalla y su bendición; todas las religiosas regresaron sanas y salvas.
Y en una carta que escribió el santo el 27 de julio de 1886, indicó que para estar libres del cólera era necesario: Llevar siempre al cuello o consigo la medalla de la Virgen, invocar frecuentemente: «María Auxiliadora, ruega por nosotros», y recibir con frecuencia los santos sacramentos de la confesión y comunión.
Con información de ANS y «Vivencias de Don Bosco», Padre Ángel Peña, OAR.
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