Washington (Martes, 17-03-2020, Gaudium Press) La decisión de varios gobiernos alrededor del mundo de restringir la celebración de eventos públicos y celebraciones religiosas ha llamado la atención sobre la afectación que dichas medidas tienen sobre la libertad religiosa. El Presidente del Instituto para la Libertad Religiosa de Estados Unidos, Thomas Farr, concedió una entrevista a CNA sobre las consideraciones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de equilibrar un derecho fundamental con los límites impuestos por las situaciones de riesgo.
Calles de Milán, Italia, vacías durante la cuarentena por el brote de coronavirus. Foto: Alberto Trentanni. |
«Tales decretos no pueden emplearse arbitrariamente, por ejemplo, para atacar a una religión en particular o religión en general», indicó Farr. «Deben ser públicos, claros y transparentes. Deberían ir precedidos de consultas con las comunidades religiosas involucradas». Parte de esta transparencia se halla en las pruebas presentadas para sustentar las decisiones, las cuales deberían ser «abrumadoras, disponibles para todos» y que deben confirmar «que la salud pública estaría en grave peligro sin tal decreto».
Además, recomendó, las medidas restrictivas deben tener un límite de tiempo, estipulando claramente el momento en que la prohibición dejará de tener efecto. Estas medidas, si bien deben ser limitadas, demuestran para el experto que «ningún derecho con efectos públicos es absoluto, incluido el precioso derecho de la libertad religiosa». Es posible que decretos similares se sigan emitiendo y también que surjan conflictos y vulneraciones en ese proceso.
«Por supuesto, es el derecho y el deber de cualquier comunidad religiosa desafiar de manera legal cualquier acto del gobierno que considere una restricción ilícita de su libertad religiosa», recordó Farr. «En algunos casos, una comunidad podría encontrarse en la posición de necesitar involucrarse en una desobediencia civil basada en principios.»
Con información de Catholic World Report.
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