Greenville (Sábado, 21-03-2020, Gaudium Press) El P. Dwight Longenecker, conocido en Estados Unidos por su labor evangelizadora a través de Internet y por su testimonio de conversión del anglicanismo, compartió sus impresiones sobre la pandemia del coronavirus, que calificó llamativamente como «el megáfono de Dios». Las difíciles condiciones impuestas por el aislamiento social requerido para frenar el avance del contagio son una fuerte advertencia sobre la comodidad de los fieles en una cultura familiarizada y, en no pocas oportunidades, promotora del pecado.
Foto: Franck V. |
«Para muchos en Estados Unidos, la vida era un tiempo de juego perpetuo. Disfrutamos de una existencia que era más cómoda y asequible que cualquier generación anterior», recordó el sacerdote. «Con el control tecnológico, los viajes mundiales, las mejores comidas y vinos de todo el mundo y el entretenimiento a nuestro alcance, podríamos tenerlo todo y esperábamos tenerlo todo». Este estilo de vida, como comentó una persona citada por el autor, haría sonrojar incluso al más decadente emperador romano.
Pero la pandemia cambia la vida de la sociedad. «De repente no tenemos el control. Un virus invisible ha dejado todo de lado», expresó el P. Longenecker. Este tiempo de reflexión puede llevar a muchos a darse cuenta no sólo de que existe una crisis real, «sino también de las verdades más profundas, de que la vida no es un tiempo de juego perpetuo, que Disneylandia no es real y que hay algo llamado sufrimiento, dolor y muerte esperando».
El control de la vida moderna no sólo se expresa en la comodidades, sino también en los avances médicos que permiten contar con una medicina contra cada mal y cirugías para modificar estéticamente diversas partes del cuerpo o incluso para intentar revertir la naturaleza y transformar el sexo de los individuos. La sociedad se esfuerza en huir del dolor y negar la muerte hasta que es inevitable e incluso entonces se intenta controlarla para eliminar el sufrimiento y transformar el duelo en un tipo de celebración banal. «Quizás ahora algunas de las falsificaciones se detendrán».
«C.S. Lewis escribió: «El dolor insiste en ser atendido. Dios nos susurra en nuestros placeres, habla en nuestras conciencias, pero grita en nuestros dolores. Es su megáfono para despertar un mundo sordo», recordó el sacerdote. «Tal vez, solo tal vez tengamos una llamada de atención. Tal vez aprendamos a tomarnos la vida más en serio y a prepararnos para lo peor, así como a esperar lo mejor». Sin embargo, para atender esa voz es necesario tener conciencia de la necesidad de arrepentimiento, un sentido del bien y del mal, así como una idea de la vida futura y el Juicio.
Aunque para muchos el lenguaje del dolor pueda ser una lengua extranjera incomprensible, los creyentes pueden descubrir en estas situaciones la confirmación de la verdad que desvirtúa el relativismo. «En un mundo donde nada es verdad, de repente hay cosas que son verdad. Muy ciertas. La enfermedad, el sufrimiento y la muerte son ciertos», declaró el P. Longenecker. «Que Dios tenga misericordia de nosotros. Que San José y Santa Teresa intercedan por nosotros y que Dios ayude a todos aquellos que están trabajando tan duro para superar la crisis actual».
Con información de P. Dwight Longenecker.
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