viernes, 22 de noviembre de 2024
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¿Qué es eso del perdón de los pecados sin sacerdote? El importante tema de la contrición perfecta

Redacción (Domingo, 22-03-2020, Gaudium Press) Si no hay fácil acceso a un sacerdote, y se tiene conciencia de un pecado grave, se puede readquirir la gracia de Dios antes de la confesión. ¿Cómo?

Con lo que la Iglesia ha llamado un acto de contrición perfecto.

Dice el Catecismo:

«Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama ‘contrición perfecta’ (contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental (cf Concilio de Trento: DS 1677)». 1

Asimismo, el Catecismo de la Iglesia recuerda que la contrición es «un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar» (Concilio de Trento: DS 1676). Pero, recordando lo dicho arriba, la contrición perfecta es el dolor del alma que brota del amor de Dios, es un dolor por haber ofendido a Dios, ser sumamente amado.

Importante: la contrición perfecta no exime de la confesión sacramental. Apenas podamos, debemos confesar todos los pecados graves de los que se tenga conciencia.

Fórmulas para expresar la contrición perfecta

El conocido P. Jorge Loring 2 ofrece varias fórmulas para expresarle a Dios nuestro dolor por haberlo ofendido con un pecado grave, o pecado mortal:

Está la «larga», presente en el aviso de muchos confesionarios: «Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.. Amén». Como vemos, no es tan larga…

Propone el jesuíta español uno más corto: «Dios mío, yo te amo con todo mi corazón y sobre todas las cosas. Señor, yo me arrepiento de todos mis pecados porque te ofenden a Ti, que eres tan bueno. Perdóname y ayúdame para que nunca más vuelva a ofenderte». En esencia es el de arriba, un poco más resumido.

Pero a veces se encuentra el fiel en transe de muerte, o a punto de perder la conciencia en una batalla, o en un accidente. ¿Existe una fórmula más concisa? Para estas circunstancias el P. Loring propone la fórmula: «Señor, perdóname que yo te amo sobre todas las cosas», o incluso: «Dios mío perdóname», cuando ese ‘Dios mío’ expresa un sincero y supremo amor al Creador, y el perdóname incluye el rechazo al pecado por amor a Dios.

No es contrición perfecta el mero dolor del pecado por temor al infierno, por la fealdad del pecado, o por las consecuencias del pecado: la contrición perfecta o de caridad es el dolor por amor a un Dios que ha sido ofendido con mi pecado, dolor que incluye la detestación del pecado y el deseo de no volver a pecar.

Se insiste: la contrición perfecta no exime de la confesión posterior cuando posible. «Obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental», fue dicho.

Ese dolor de haber ofendido a Dios que se expresa en la contrición perfecta no requiere ser un dolor sensible. Sólo requiere que la voluntad rechace el pecado. Una cosa es el sentir y otra cosa es el querer (voluntad): al expresar con sinceridad en la fórmula de contrición que rechazamos el pecado por haber ofendido a Dios y pedimos su perdón, ya estamos manifestando un dolor válido para alcanzar la contrición perfecta.

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Pero no es la fórmula de la contrición perfecta un recurso ‘mágico’: se debe realmente rechazar el pecado por amor a Dios. Si creemos que recitando mecánicamente una fórmula -mientras en el corazón permanece el deseo de volver a practicar el pecado- obtendremos el perdón, estamos errados. Y por ello hay que hablar de la Virgen.

Todo arrepentimiento es fruto de una gracia. La persona no comienza a detestar su pecado sin la acción de la gracia. Y es la Virgen la dispensadora universal de todas las gracias. Entonces, es muy conveniente que para disponernos a realizar una contrición perfecta, pidamos el auxilio de Nuestra Señora, para que ella predisponga nuestra alma, a que realmente tenga dolor de los pecados cometidos, por la ofensa cometida a «un Dios tan bueno».

Por Saúl Castiblanco

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1 Catecismo de la Iglesia Católica

2 P. Jorge Loring. El perdón de los pecados sin sacerdote. In https://es.catholic.net/op/articulos/29881/cat/872/el-perdon-de-los-pecados-sin-sacerdote.html#modal

 

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