Turín (Jueves, 26-03-2020, Gaudium Press) Una sentida carta ha dirigido el Arzobispo de Turín, Mons. Cesare Nosiglia, a los sacerdotes de su diócesis en este tiempo de prueba que vive el mundo por causa de la pandemia. El prelado ha expresado su agradecimiento y cercanía a todo el presbiterio que por estos días, de múltiples maneras, ha manifestado también su cercanía con los fieles, sobre todos los afectados por la enfermedad.
«Queridos sacerdotes, desde lo profundo de mi alma he decidido escribir una carta en este tiempo difícil y ciertamente muy doloroso para ustedes y sus fieles. No es una de las habituales cartas pastorales u homilías, más sí un abrir mi corazón. Quiero ahora, más que nunca, estar con ustedes como obispo, padre y amigo», escribe el prelado.
El Arzobispo ha llamado a los sacerdotes a ser hoy más que nunca pastores, padres, amigos y personas.
Mons. Nosiglia llama a los sacerdotes a no esconder su fragilidad, ya que de allí nace la fuerza para dar esperanza / Foto: Demetrio por Cathopic. |
«Jesús nos recuerda que el buen pastor de frente a lobo no tiene miedo y no huye como un mercedario, sino que defiende a su rebaño. Cada oveja de su grey sabe que puede contar con él, está listo para donarse a sí mismo -incluso la vida- por sus ovejas», indica Mons. Nosiglia recordando la necesidad de ser pastores.
Dice, además, que ahora es el momento «de vivir el regalo que hemos recibido y quizás nunca hemos considerado suficiente» de ser padres.
«Manifestemos, por lo tanto, nuestra paternidad no excluyendo a nadie de nuestro amor y oración, pero, sobre todo, ayudando a las personas y familias que están en mayor dificultad. Demos fortaleza a quien está ahora lejos con la enfermedad y sostengámolos con la fe y la confianza en el Señor».
Reclama a los sacerdotes, además que «hoy estamos llamados a dar un paso más y considerarnos verdaderamente amigos de todos de acuerdo con la invitación de Jesús que nos dice: ‘No hay mayor amor que el que da la vida por sus amigos'».
«La vida que podemos dar es nuestra serenidad, confianza y esperanza en el Señor, que estamos llamados a inculcar en las personas», añade Mons. Nosigla, para luego señalar:
«Sufrimos todos por la movilidad reducida, los contactos personales inexistentes, es verdad; pero la vida de la Iglesia es una historia de las riquezas que la propia dificultad han estimulado y hecho crecer. Permanecer ‘conectados’ entre nosotros, hoy, es también un desafío a nuestra inteligencia, a nuestra ingeniosidad».
El Arzobispo de Turín, culmina señalando a los sacerdotes que la misión «no cancela nuestras solas y humanas fragilidades y sufrimientos», ya que también hay presbíteros que han fallecido y otros están preocupados por sus seres queridos, pero que allí se encuentra la fuerza para dar esperanza:
«También para nosotros la soledad, las dudas, el miedo son amargos pan de cada día (…) no podemos ignorar tal fragilidad y sufrimiento, y no debemos esconderlo. De hecho es comenzando desde esta perspectiva que testimoniamos la riqueza de los dones del Señor: la fe y la esperanza; y es a partir de aquí que estamos llamados a valorizar nuestros recursos: la fortaleza, la templanza (…)».
Con información de Diocesi Torino.
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