Ciudad del Vaticano (Lunes, 30-03-2020, Gaudium Press) En su reflexión previa al Ángelus dominical, el Pontífice meditó en el evangelio del día (Jn 11, 1-45) que narra la portentosa resurrección que operó el Señor en Lázaro, quien llevaba cuatro días de muerto.
Tras resaltar los principales momentos del texto evangélico, Francisco afirmó que «aquí tocamos con la mano que Dios es vida y dona vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús habría podido evitar la muerte de su amigo Lázaro, pero ha querido hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos, y sobre todo ha querido mostrar el dominio de Dios sobre la muerte».
La respuesta de vida es el propio Jesús
Cuando las queridas hermanas de Lázaro gritan a Jesús «¡Si hubieras estado aquí!», el Señor no responde con un discurso, sino muestra que la propia respués es Él mismo: «»Yo soy la resurrección y la vida… ¡Tengan fe! En medio del llanto sigan teniendo fe, aunque la muerte parezca haber ganado. ¡Quiten la piedra de su corazón! Dejen que la Palabra de Dios devuelva la vida donde hay muerte», expresó el Pontífice.
«Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se vuelve a caer en la muerte».
«La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que se actúa en el creyente a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Por la acción y la fuerza del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida» dijo Francisco.
Con información de Vatican News
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