Palencia (martes, 31-3-2020, Gaudium Press) El Obispo de Palencia, España, Mons. Manuel Herrero Fernández, quien había sido ingresado en el Hospital Río Carrión el día 21 de marzo, fue dado de alta el día 30 de marzo a la una de la tarde, tras recuperarse satisfactoriamente de su contagio de COVID-19. Al superar esta difícil experiencia, el prelado compartió su testimonio en un mensaje emitido al día siguiente, desde la Casa Sacerdotal Nuestra Señora de Lebanza, donde continuará su convalecencia.
Mons. Manuel Herrero Fernández, Obispo de Palencia, España. Foto: Diócesis de Palencia. |
«Ayer, por la tarde, me dieron el alta del Hospital Río Carrión después de estar allí unos 11 días a causa del Covid-19. ¿Qué decir hoy? En primer lugar, en segundo, tercero… etc.: ¡Muchas gracias!», expresó el Obispo. «Gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo y Padre nuestro, por su amor, por la vida, por su compañía y cercanía, por su Palabra y por su Iglesia. Gracias a todos vosotros, miembros de esta Iglesia en Palencia».
Mons. Herrero refirió lo que sintió al padecer junto a muchos otros los estragos de la enfermedad. El Obispo indicó que pudo palpar » la limitación, la fragilidad, la precariedad, incluso con temor y algo de miedo a la muerte -estando allí murió un hermano agustino, el P. Agustín Bécares, que había estado en la misma planta que yo». Pero en medio de la convalescencia se sintió «a la vez con confianza en Dios, sabiéndome en sus manos; sintiendo que su misericordia y fidelidad sostienen nuestras personas y obras, y que nuestras soledades son siempre acompañadas».
En esta experiencia, refirió el consuelo de orar los salmos de Laudes o Vísperas, «poniéndome en la piel del salmista y del mismo Señor Jesús», y también la posibilidad de unirse espiritualmente a la celebración de la Eucaristía transmitida por televisión. «He salido con fuerzas para seguir sirviendo a los hermanos, para seguir haciendo camino con vosotros y cantando melodías de vida y esperanza, en esta tierra nuestra. Cada vez más convencido de que son en el Señor y en su Espíritu en quienes están nuestras vidas y empresas; que esta obra es la suya y nosotros somos colaboradores», expuso el prelado.
«También he aprendido a valorar más el servicio, cuántas veces pequeño, callado y no reconocido, que cada uno presta a la sociedad, a los enfermos y a los sanos», concluyó. «Oremos unos por otros, como hermanos, y especialmente por D. David García y el P. Agustín Bécares, y todos los difuntos de nuestras comunidades que en estos días nos han dejado. Que ellos intercedan por nosotros. Que Santa María, la Madre de Dios y nuestra Madre, interceda por todos, nos cuide, nos ayude a cuidarnos para que seamos, como ella, discípulos misioneros».
Con información de Diócesis de Palencia.
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