Ciudad del Vaticano (Martes, 07-04-2020, Gaudium Press) El Cardenal Mauro Piacenza, Penitenciario Mayor de la Iglesia, envió carta a penitenciarios y confesores teniendo como leit motiv: La misericordia no cesa».
Coronavirus: «La misericordia no para y Dios no se distancia»
Las reflexiones expresadas en la carta del Cardenal Piacenza son hechas a propósito de las dificultades que la emergencia de la pandemia del coronavirus provoca también en la vida de las comunidades cristianas, llevando en consideración las actuales restricciones establecidas en muchos países para impedir la propagación del contagio de covid-19.
«La misericordia no para y Dios no se distancia», enfatiza el Cardenal Piacenza al dirigirse a los confesores.
El purpurado resalta a los confesores que, de hecho, el distanciamiento social «exigido por razones de salud, aunque necesario», no puede «ni nunca debe traducirse en distanciamiento eclesial». [ Vea más sobre confesiones en tiempo de coronavirus ]
La necesidad de la proximidad y del ‘cariño’ de Jesús
El Penitenciario Mayor recuerda que, si «la celebración ordinaria del sacramento» es imposible, los confesores son llamados «a rezar, consolar, presentar almas a la misericordia divina», cumpliendo su «papel sacerdotal de intercesores».
En esos momentos, más que nunca, de hecho, resalta el purpurado, todos «tienen necesidad de la proximidad y del ‘cariño’ de Jesús».
El cardenal destaca el esfuerzo de aquellos que, en estos tiempos de epidemia, se esfuerzan en tornar más creativa la pastoral, buscando así estar próximos de las «personas que les son confiadas, dando testimonio de fe, de coraje y de paternidad».
La Misericordia en los pequeños gestos, en la Obra de Cristo, en el perdón
La misericordia – recuerda el cardenal Piacenza – se concretiza también en los «pequeños gestos de ternura y de amor hechos a los más pobres», en particular «los moribundos en las enfermerías de los hospitales, los profesionales de salud, aquellos que están solos y amedrentados, los que no tienen una casa en la cual pasar el tiempo de la cuarentena o que no consiguen tener lo suficiente para sobrevivir».
Todo eso es vivificado por el sacrificio de la Misa, aunque «celebrada sin la presencia física del pueblo, de la cual brota toda gracia para la Iglesia y para el mundo».
Gracias a la Cruz, destaca el cardenal, es dada a todos los hombres «la posibilidad de la salvación y la reconciliación».
En ese sentido, afirma el Penitenciario Mayor, no obstante las actuales circunstancias dramáticas, se es llamado a redescubrir lo que es esencial en el ministerio sacerdotal: «la obra de Cristo más que la nuestra, la concretización sacramental de la salvación, de la cual somos ministros, esto es, siervos».
De esto brota aquella misericordia que «no se detiene en la celebración de la sagrada liturgia», sino se torna «caridad vivida, que extiende la mano amiga a los que sufren y en el ministerio sacerdotal es ofrecido el perdón de Dios».
La Misericordia no es detenida por la muerte
Es también en ese sentido, afirma el Cardenal Piacenza, que la misericordia también se expresa «en el redescubrimiento de los valores por los cuales vale la pena vivir y morir, en el redescubrimiento del silencio, la adoración y la oración, en el redescubrimiento de la proximidad del otro y, sobre todo, de Dios».
La misericordia no es detenida ni incluso por la muerte. De hecho, incluso quien fue llamado a la eternidad «es alcanzado por la oración del sufragio, en la certeza pascual de que, con la muerte, no acaban los relacionamientos, sino son transformados, fortalecidos, en la comunión de los santos». (JSG)
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