Redacción (Martes, 20-04-2020, Gaudium Press) ¿Por qué el Viernes Santo es el único día en el año en el que la Iglesia Católica no celebra la Eucaristía, además de otros sacramentos?, ¿por qué se obliga el ayuno y la abstinencia?, ¿a qué se debe la sobriedad en la ornamentación del Altar?, ¿por qué la vestidura roja del sacerdote y el diácono?
El Viernes Santo, segundo día del Triduo Pascual y uno de los epicentros de la Semana Mayor, es el día por excelencia del gran misterio de la Cruz y el único en el año en el cual la Iglesia Católica guarda ‘luto’ para traer al presente la Pasión y Muerte salvadora de Jesucristo.
Dos son los momentos principales con el cual los fieles, y quienes los presiden, celebran el gran misterio del Viernes Santo: el Vía Crucis Solemne y el rito de la Pasión del Señor, con la adoración de la Santa Cruz.
La Pasión del Señor y la Adoración de la Cruz
La celebración de la Pasión tiene lugar en torno a las 3:00 de la tarde, hora de la muerte de Jesús. Así se explica en los Oficios para este día: «La celebración de la Pasión del Señor ha te tener lugar después del mediodía, cerca de las tres. Por razones pastorales, puede elegirse otra hora más conveniente para que los fieles puedan reunirse más fácilmente (…) pero nunca después de las nueve de la noche».
El Viernes Santo el Altar se presenta de manera sobria; sin manteles y una cruz sin crucifijo, que simbolizan la desnudez de Jesús en el Calvario. Por su parte, los sacerdotes y los diáconos que presiden y acompañan la celebración visten ornamentos rojos, para recordar la sangre derramada por Jesús en la Cruz.
El rito de esta celebración inicia con la Liturgia de la Palabra cuando se leen dos lecturas y la Pasión de Jesucristo según San Juan, continúa con la homilía y la oración universal, y concluye con la adoración de la Cruz y la comunión con la Eucaristía que fue consagrada durante la Misa de la Cena del Señor. Este es el único día en el año en el que no se celebra la Santa Misa, así como ningún otro sacramento, exceptuando el de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos.
Es en este día, en el contexto de la celebración de la Pasión de Jesús, cuando tiene lugar la Colecta para Tierra Santa, a favor de los santos lugares y que promueve cada año la Custodia de Tierra Santa, obra a cargo de los Misioneros Franciscanos.
El Vía Crucis
Por su parte, con el Vía Crucis se ora y medita la Vía Dolorosa de Jesús en el camino hacia su Muerte en la Cruz, meditación que se realiza en 14 estaciones. Normalmente el Santo Vía Crucis tiene lugar en la mañana, pero también puede realizarse al iniciar la noche, como ocurre en Roma con el tradicional Vía Crucis en el Coliseo Romano, que preside cada año el Sumo Pontífice.
En España, en la gran mayoría de sus ciudades, el Viernes Santo tiene gran importancia con las tradicionales procesiones que presiden majestuosos pasos, preciosas tallas y obras de arte de la imaginería española, con los que se recuerda la muerte de Jesucristo y el dolor que sufrió su madre, María Santísima. Por las restricciones de la epidemia, este año las procesiones no tienen lugar.
Las Siete Palabras
Además del rito de la Pasión del Señor y el Vía Crucis, durante el Viernes Santo también es posible asistir al Sermón de las Siete Palabras, con el cual se recuerdan las últimas palabras que pronunció Jesús antes de morir en la Cruz:
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».
«En verdad te digo, que hoy estarán conmigo en el paraíso».
«Mujer ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre».
«Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?».
«¡Tengo Sed!».
«Todo está cumplido».
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».
Ayuno y abstinencia
El Viernes Santo también es día obligatorio de penitencia, guardando la abstinencia y el ayuno para igualmente contemplar el misterio de la Cruz, en espera de la Resurrección de Jesucristo.
Así lo especifica el Código de Derecho Canónico: «Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, tenor de los cánones que siguen: En la Iglesia Universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma; todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo».
Con información de la Vicaría de Evangelización del Arzobispado de Valencia, Conferencia Episcopal de Colombia y Vatican.va.
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