¿Preparando a la juventud para la nueva Arca?

Redacción (Miércoles, 15-04-2020, Gaudium Press) A pesar del bombardeo informativo, desinformativo y «deformativo» que sufren las generaciones contemporáneas diariamente -sobre todo las del mundo Occidental esclavizadas a su móvil o celular- todavía subsiste en el fondo de sus conciencias, restos de nociones culturales del remoto origen de nuestra civilización, a la que el odio de los enemigos del cristianismo, quiere transformar en una primitiva aldea de salvajes obsesionados con la ecología.

Un cierto estilo apocalíptico

Y para la muestra, el género literario más leído de estos años recientes ha sido el que algunos críticos y comentaristas denominan «Apocalíptico». Ciencia ficción con algunas hipótesis realistas que cautiva la atención de muchos jóvenes del mundo, y pone a soñar a otros, ante la perspectiva de un gran desastre termonuclear en la Tierra con las debidas consecuencias de la radiactividad.

Así, una de las series de ese tipo que ya va llegar a la séptima temporada, prometida por los productores para el 20 de mayo de este año 2020 es «Los Cien» de la Warner Bross.

La trama se desarrolla en torno a una estación espacial gigantesca no por casualidad llamada «El Arca», que no es propiamente la del buen y fiel Noé, sino la de más de dos mil supuestos sobrevivientes al holocausto nuclear, amenaza -junto con lo del tal calentamiento global y otros temores colectivos que nos han impuesto algunos medios de comunicación- con la cual ya nos acostumbramos a vivir entre el relativismo: ¿Vendrá? ¿No vendrá? Tal vez sí, tal vez no, lo más seguro es que ¿Quién sabe? Y seguimos llevando la vida en este planeta en que nos puso Dios, y que algunos están volviendo una boca de entrada para descender al infierno y atraer demonios, zombis y condenados.

Porque lo impresionante de la trama de aquella serie es el tipo humano envidioso, desconfiado, prepotente e incluso criminal y materialista que nos propone con los jóvenes actores protagonistas. Un ser humano que si tuviéramos la manera de verle el alma descubriríamos un monstruo horroroso y temible, un verdadero hijo de las tinieblas, capaz de cualquier cosa por imponerse a los demás. Y si algún movimiento ligeramente generoso tiene, es de sensualidad en busca de placer y goce.

Solo es preciso mirar al cielo

Es el deseo de muchos de una humanidad anestesiada, o más que eso, drogada, sin capacidad ya para levantar los ojos al Cielo y pedir la ayuda a aquel mundo maravilloso de ángeles y bienaventurados, dispuestos a tendernos la mano y protegernos por disposición de Dios. Bastaría reconocer humildemente nuestros yerros y pedir perdón de corazón contrito sinceramente arrepentido, para tener de nuevo al lado nuestro buen ángel de la guarda, aguerrido y fiel ser espiritual que puede incluso hacérsenos visible como le ha sucedido a tantos y tantos hombres y mujeres de fe en los momentos en que lo han invocado. ¿No será esta la oportunidad que Dios nos da para reatar otra vez el Cielo con la Tierra, precisamente desde lo que fueron los saboteados días de cuaresma, semana santa y ahora en la expectativa de Pentecostés?

Arca de la Alianza es una de las letanías con la cual se invoca la ayuda de Nuestra Señora. La de Noé fue apenas una prefigura de Ella, y las que hoy se nos propongan donde la Virgen no esté, son arcones condenados al naufragio y la perdición eterna, por lo que debemos tener mucho cuidado para saber en qué nos vamos a embarcar. También de la Virgen María se dice en las mismas letanías que es la Escala de Jacob, para ascender al Cielo y atraer toda su participación con ángeles y bienaventurados en esta lucha sin tregua que se avecina, y en la que será puesta a prueba principalmente nuestra fe y confianza sobrenaturales. ¡Dios proveerá!

Por Antonio Borda