Redacción (Viernes, 17-04-2020, Gaudium Press) Definitivamente está demostrado que las personalidades que hoy día aparecen mucho en los medios de comunicación, realmente son precisamente los que no le están marcando el rumbo a los acontecimientos históricos ni tienen respuestas para nada. Nos recuerdan la cáustica contestación que Talleyrand le dio a quien le trajo la noticia de la muerte de Napoleón en Santa Elena: «Una noticia, gracias. Pero no es un acontecimiento». Los rumbos de la historia habían cambiado de tal manera en Europa que el Corso ya no valía nada para la política de Francia ni para la internacional. El hombre estaba literalmente quemado y sin reconocimiento de nadie todavía a los 52 años de edad.
Porque la paradoja es que en esta época hay comadreos que los vuelven acontecimientos y verdaderos acontecimientos que no los hacen noticia. Es el poder de la mayoría de los Mass Media en el mundo de hoy más inclinado al sensacionalismo y a la farándula que a medir la importancia real de algún suceso.
Lo que se verifica es que probablemente por un aterrador desconocimiento de antecedentes históricos, los comunicadores de hoy no entienden realmente lo que está pasando en el mundo. Y como mucho, probablemente los directores de noticieros sepan algo, por eso es que duran tanto en su empleo, pero también entre ellos es notorio que es más lo que ignoran que lo que conocen. Pesa bastante la pérdida del hábito de la lectura entre las nuevas generaciones, que prefieren el mundo de los videos y los audios al de los libros o a la prensa escrita, y esto cuando realmente están interesadas en conocer algo de la vida de ciertos personajes o grandes batallas, conquistas y exploraciones, porque la gran mayoría vive intensamente el presente bajo las condiciones de una inteligencia emocional, que los arrastra a creer solamente en lo que les produce una sensación y no un pensamiento, y la verdad es que ya casi no piensan.
Quizá en el sector de la publicidad y la elaboración de documentales se perciba todavía algo de inteligencia creativa, pero también son muchas la decepciones que cada nuevo día producen esos trabajos.
Huntington
Samuel Huntington (1927-2006) posiblemente no necesite presentación en ciertos medios académicos que sobreviven ni tampoco su famoso libro «El choque de civilizaciones» que en 1996 dio mucho de qué hablar porque -como cualquier ensayo con ideas- se prestó a interesantes polémicas que con toda seguridad la mayoría de los comunicadores de hoy día no siguieron.
Hubo respaldos a su teoría y contestaciones enervadas de marxistas convictos intransigentes. Tuvo también interpretaciones polémicas, y algunos intelectuales explicitaron y dedujeron desde el planteamiento de Huntington, nuevas teorías e hipótesis que alimentaron la vida de pensamiento de otros.
Pero en esencia el veterano profesor de Harvard por más de cincuenta años, sostenía que todavía quedaban muchos remanentes culturales que no habían sido absorbidos por la cultura anglo-protestante y el «sueño americano», lo cual estaba generando un choque de civilizaciones de consecuencias imprevisibles. En conclusión se necesitaba según él, una cultura universal que homologase toda la humanidad y si esto no lo logra el capitalismo, lo va a lograr el marxismo o… el coronavirus.
¿Hacia dónde caminamos?
Las medidas de «protección» que se están tomando hoy día parecerían aproximarse más al establecimiento de un sistema socialista donde la libertad de iniciativa va a quedar abolida y la sociedad se verá abocada a racionamientos, restricciones, largas filas para obtener servicios, limitaciones de desplazamiento, recreaciones dirigidas e incluso persecución religiosa. Una especie de casta policiva desinformada pero obediente al Estado, asume gradualmente el control a veces arbitrario y bravucón contra el ciudadano común. Quizá estemos a ante la posibilidad de un ensayo o de lo establecimiento definitivo de lo que el propio Huntington llamaba reconfiguración del orden mundial.
Cristiandad, la solución
El haber rechazado la Cristiandad a la manera como la propuso y sigue proponiendo todavía el catolicismo, es una de las causas, si no la principal, de la situación en que está el mundo hoy día. «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio» fue el mandato de Nuestro Señor Jesucristo. No se trataba de ir a la búsqueda de un Dios en común para toda la humanidad sino de llevarle a toda ella el Dios verdadero, el que se encarnó, se hizo hombre y nos redimió de nuestros pecados. Jesús de Nazareth el hijo de la Virgen María, que dejó fundada en su Iglesia su propio Cuerpo Místico. Fuera de eso no habrá orden mundial nuevo sino apenas un extraño y misterioso estado de cosas como lo dijo el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira (1).
Solamente las enseñanzas de siempre de la Iglesia tienen la capacidad y poder de organizar una humanidad en armonía y paz verdaderas, pero bajo el cetro regio, paternal y manso del Cordero de Dios que sí realmente quita los pecados del mundo. Cualquier otra cosa que se proponga no hará sino agravar la calamidad. Rosario en mano y misa (aunque ahora sea por internet) saldremos al otro lado porque recibiremos la fortaleza para sobrellevar lo que se venga, como en los tiempos de las más dolorosas persecuciones y martirios contra los cristianos. Y aunque no estemos todavía derramando sangre pero dispuestos a hacerlo, ya estamos padeciendo el sufrimiento moral de vernos limitados en nuestra práctica religiosa tradicional, por causa de lo que ya muchos califican como un abuso de poder.
Por Antonio Borda
(1) «Revolución y Contra-Revolución», Plinio Correa de Oliveira, Parte I, Cap.VII, 1.,A.
Deje su Comentario