Redacción (Viernes, 17-04-2020, Gaudium Press) Todos los años, la Iglesia celebra, en el segundo domingo del tiempo pascual, la Fiesta de la Divina Misericordia. La celebración fue instituida oficialmente por el Papa San Juan Pablo II en el año 2000, durante la ceremonia de canonización de Santa Faustina.
La Fiesta de la Divina Misericordia y Santa Faustina Kowalska
La Fiesta de la Divina Misericordia está basada en revelaciones privadas hechas por Nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina Kowalska.
Decía nuestro Redentor a Santa Faustina: «Me causan placer las almas que recurren a mi misericordia. A estas almas concedo gracias que exceden sus pedidos. No puedo castigar, incluso al mayor de los pecadores, si él recurre a mi compasión, sino que lo justifico en mi insondable e inescrutable misericordia» [1].
Durante sus revelaciones a Santa Faustina, Nuestro Señor también resaltó su segunda venida, prometiendo retornar en gloria para juzgar al mundo en el amor, como está descrito en el Evangelio de San Mateo (Capítulos 13 y 25).
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«Habla al mundo de mi misericordia, que toda la humanidad conozca mi insondable misericordia. Esta es la señal para los últimos tiempos; después de él vendrá el día de la justicia. Mientras es tiempo, recurran a la fuente de mi misericordia» (Diario, 848).
Institución de la Fiesta de la Divina Misericordia
En la época en que se instituyó la Fiesta de la Divina Misericordia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emitió un decreto en el cual se estableció que «por todo el mundo, el segundo Domingo de la Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia, una invitación perenne para los cristianos del mundo enfrentar, con confianza en la divina benevolencia, las dificultades y desafíos que la humanidad experimentará en los años que vendrán».
El Cardenal Joseph Ratzinger, actual Papa Emérito Benedicto XVI, aseguró que «frecuentemente las revelaciones privadas provienen de la piedad popular y en ella se reflejan, dándole nuevo impulso y suscitando formas nuevas. Esto no excluye que aquellas tengan influencia también en la propia liturgia, como lo demuestran, por ejemplo, la fiesta del Cuerpo de Dios y la del Sagrado Corazón de Jesús».
Cómo obtener indulgencia plenaria en la Fiesta de la Divina Misericordia
Durante la Fiesta de la Divina Misericordia es posible obtener indulgencia plenaria. Para eso los fieles deben vivir con piedad intensa esta celebración. San Juan Pablo II estableció, a través de un decreto, que el Domingo de la Divina Misericordia sea enriquecido con la Indulgencia Plenaria «para que los fieles puedan recibir más ampliamente el don del conforto del Espíritu Santo y de esta forma alimentar una caridad creciente hacia Dios y el prójimo y, obteniendo ellos mismos el perdón de Dios, sean a su vez inducidos a perdonar inmediatamente a los hermanos».
Las gracias del Domingo de la Divina Misericordia
Nuestro Señor misericordioso prometió conceder las siguientes gracias en el día de la Fiesta de la Divina Misericordia:
«El alma que se confíe y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Quien en ese día se aproxime de la Fuente de Vida recibirá el perdón total de las culpas y las penas».
«No encontrará alma alguna la justificación hasta que se dirija con confianza a mi misericordia. En ese día los sacerdotes deben hablar a las almas sobre mi misericordia infinita».
Jesús también enfatizó a Sor Faustina que su misericordia es la última tabla de salvación que ofrece a la humanidad. «Las almas mueren a pesar de mi amarga pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, quiero decir, la Fiesta de Mi Misericordia. Si no adoran Mi Misericordia morirán para siempre».
Significado de la imagen de la Divina Misericordia
La famosa imagen de la Divina Misericordia fue revelada a Santa Faustina por el propio Nuestro Señor Jesucristo, que pidió a ella para que la pintase, y después explicó todo el significado por detrás de cada detalle, además de decir lo que los fieles pueden alcanzar a través de ella.
La imagen es un símbolo de la caridad, el perdón y el amor de Dios, conocida como la «Fuente de la Misericordia». Las versiones, en su mayoría, muestran a Jesús levantando su mano derecha en señal de bendición y apuntando con su mano izquierda el pecho del cual fluyen dos rayos: uno rojo y otro blanco.
«El rayo pálido significa el agua que justifica las almas; el rayo rojo significa la sangre que es la vida de las almas (…) Feliz aquel que viva a su sombra, porque no será alcanzado por el brazo de la justicia de Dios» (Diario, 299).
El Rosario de la Divina Misericordia
De entre el conjunto de oraciones usadas como parte de la devoción a la Divina Misericordia está el Rosario de la Divina Misericordia, que acostumbra ser rezado a las 15:00 horas, utilizando las cuentas del rosario común, pero con un conjunto diferente de oraciones.
Se inicia rezando el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo. En seguida, en las cuentas del ‘Padre Nuestro’, se recita: «Eterno Padre, yo os ofrezco el Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad de Vuestro dilectísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en expiación de nuestros pecados y del mundo entero». Ya en las cuentas del ‘Ave María’, se reza: «Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero». Por último, se debe rezar tres veces: «Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero».
La Corona de la Divina Misericordia
Nuestro Señor también confió a Santa Faustina la Corona de la Divina Misericordia, entregando varias promesas. «Quien la rece obtendrá a través de ella que todo lo que pida se realice, siempre y cuando esté de acuerdo con la voluntad de Dios».
Quien rece la Corona de la Divina Misericordia recibirá misericordia, sobre todo a la hora de la muerte, y los sacerdotes la recomendarán a los pecadores como última tabla de salvación. «Defenderé con mi propia Gloria a cada alma que rece esta Corona en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, que obtendrán el mismo perdón». (EPC)
Referencias Bibliográficas
[1] SÁ, Eliana. Divina Misericórdia: Mensagem para cada dia. São Paulo: Editora Canção Nova, 2008, p. 20.
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