Greenville (Lunes, 27-04-2020, Gaudium Press) El P. Dwight Longenecker, conocido por su historia de conversión del anglicanismo y su actividad evangelizadora a través de Internet, dedicó un artículo de opinión a desafiar la noción de una «nueva normalidad» que marcaría la vida de los ciudadanos tras la pandemia de coronavirus. Las temidas características de una «nueva normalidad» son para el sacerdote las mismas que ha soportado la humanidad durante siglos y que no deberían inquietar a los creyentes que encuentran en Dios el fundamento de su esperanza.
La meditación sobre la inevitabilidad de la muerte ha sido un recurso tradicional para motivar la conversión y la devoción. |
Frente al estado de confusión actual en el que se difunde desde las fuentes oficiales información cambiante o incluso contradictoria y los ciudadanos pueden no saber qué pensar o cómo actuar, el P. Longenecker indicó que la situación desafía la pretensión humana y materialista de controlarlo todo. «Damos por sentado que a través de la tecnología, la atención médica, las pólizas de seguro y una economía boyante podemos resolver todos los problemas, controlar todas las amenazas, evitar todos los riesgos y construir una vida segura, cómoda y maravillosa», alertó.
Pero este control artificial sobre la vida y la muerte se estrella con la realidad de una «nueva normalidad» que para el sacerdote es sólo el regreso de la antigua normalidad. «Es posible que hagamos todo lo que sabemos para mantenernos saludables y desarrollar un buen sistema inmunológico, pero aún así somos golpeados, y el hecho es que podríamos morir», expuso el predicador. «Esta es la forma en que la mayoría de la humanidad, durante la mayor parte de la historia en todo el mundo, ha pasado su vida».
«Para la mayoría de los seres humanos en la mayoría de los lugares del mundo en cada período de tiempo, la vida era corta, peligrosa y frágil», recordó el P. Longenecker. «En cualquier momento, los bárbaros podían atacar como lobos al redil. La peste, el desastre natural y la calamidad podrían destruir todo en un momento. La alegría del embarazo de una mujer se mezclaba con la posibilidad real de que ella muriera al dar a luz».
Aunque las condiciones parecen diferentes, en realidad no ha habido cambios: la vida ha sido siempre frágil, siempre ha existido el peligro de muerte, aunque estuviera oculto bajo la fantasía de no querer considerar la muerte y el sufrimiento.
La conciencia de esta realidad, bien encaminada, puede hacer disminuir la cultura de la muerte y acercar las personas a la religión y a sus familias. «Creo en el poder abrumador de la providencia de Dios», manifestó. «Está trabajando en el mundo y siempre está haciendo algo nuevo y siempre saca el bien del mal».
Con información de P. Dwight Longenecker.
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