Bogotá (Jueves, 03-11-2009) Por Gustavo Ponce M. para Gaudium Press
En días pasados fuimos de peregrinación hacia el sur del país. Partimos desde Bogotá hacia la ciudad de Santiago de Cali.
Impresiona al llegar la naturaleza llena de cañaverales, con unos atardeceres luminosos. La ciudad con mucho movimiento, alegría y pujanza.
Nuestro Señor de los Milagros de Buga
Nos dirigimos directamente al Santuario de Buga, donde se venera el Señor de los Milagros, imagen imponente y tocante de Nuestro Señor Crucificado. Tuvimos que hacer una larga cola hasta llegar al camerín y poder contemplar esta portentosa talla del siglo XVII.
Cuenta Fray Francisco G. Rodríguez, que hacia 1580 apareció un pequeño Cristo, traído por las aguas del río a una anciana piadosa, india lavandera, y hacia 1665 narran las crónicas que se intentó quemar al Cristo, ya que se encontraba desfigurado. ¡Cuál fue la sorpresa de los presentes al constatar que no se quemaba! La imagen empezó a trasudar y continuó, durante dos días seguidos, expidiendo un aceite que fue recogido por los fieles, que produjo numerosas curaciones. Hasta el día de hoy los Misioneros Redentoristas -encargados fervorosos del santuario- distribuyen aceite en memoria del original.
Allí nos encontramos con gente que venía a pagar promesas desde sitios alejados; algunos llegabann al santuario en romería, a pie.
Nuestra Señora de los Remedios de Cali
Visitamos también a Nuestra Señora de los Remedios, ubicada en el Convento de la Merced, uno de los mas antiguos templos de la ciudad. Según narra Fray Miguel de Soto, en 1590, la imagen de la Virgen ya era venerada antes de la llegada de los primeros misioneros, quienes la encontraron en manos de los indígenas en las montañas de Dagua. Las crónicas narran que el Niño Jesús de la Imagen se bajaba de los brazos virginales de su Madre y jugaba con los nativos y estos le traían frutas para comer. Por ello el Niño tiene en sus manos un ‘chontaduro’, fruto típico de la región.
La Virgen de los Remedios es una talla de piedra, muy atrayente por su bondad y belleza.
Visita a la tradicional ciudad de Popayán
Al día siguiente nos enrumbamos hacia Popayán, que queda a dos horas de Cali. La naturaleza cambia; empiezan a verse montañas altas preciosas, pastizales y una presencia fuerte de sangre indígena, con gente mas calma, algo introspectiva .
La ciudad de Popayán, señorial, llena de historia y de fe, es famosa por su Semana Santa, con sus pasos, que según investigadores como José María Arboleda, arrancan de 1558.
Visitamos El Belén donde se venera una Imagen del Ecce Homo, llagado, sereno, sin ningún resentimiento.
También pudimos contemplar en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción la imagen de la Virgen de Legarda, con alas, preciosa. Visitamos también la Ermita y San Francisco. Comimos los famosos tamales de pipían y aprovechamos para comprar -cerca del puente del Humilladero, donde Simón Bolívar se escondió dos veces- los famosos pasabocas de D.Chepa.
En la ciudad se palpa una calma muy grande, el ritmo es diferente a Cali y Bogotá. Es una ciudad, como alguien decía ‘para estudiar, porque tienen buenas universidades o para rezar’.
Pasto, capital religiosa de Colombia
– San Ezequiel Moreno, Beata Encarnación rosal, Beata Caridad Brader, Mons. Pedro Schumacher
Al día siguiente viajamos a la pujante ciudad de Pasto, en un trayecto que duró 4 horas desde Popayán. Un bonito día, con unas montañas fuertes, agrestes y unos abismos impresionantes. Fuimos recibidos por gente muy noble de sentimientos, con una amabilidad toda especial. Se percibe una fuerte ascendencia indígena, por ello es gente desconfiada y tenaz.
En la tarde estuvimos visitando el cuerpo incorrupto de la Hermana Beata Encarnación Rosal (1820-1886), que los periodistas le llaman la «monja durmiente». Guatemalteca, trabajó en Ecuador y Colombia, se encuentra a la veneración de los fieles en una capilla del Colegio de las Betlemitas. Fue reformadora de la Orden Betlemita, hizo un gran trabajo con los pobres y en la educación; tuvo coloquios con el Sagrado Corazón de Jesús, quien le dijo en cierta ocasión: «Dirígete a Pasto que ahí encontrarás mi gloria» y así sucedió efectivamente.
Acto seguido nos dirigimos a visitar la tumba de la Madre Caridad Brader (1860-1943), religiosa suiza, fundadora de las Monjas Franciscanas de María Inmaculada, orden que se dedica a las misiones, educación y a los pobres. La Madre Caridad con un fuego heroico, recorrió a caballo montañas, valles y ríos y realizó 30 fundaciones no sólo en Nariño, sino también en Putumayo, Panamá, etc.
– 100 años de adoración perpetua al Santísimo Sacramento
Con su ardorosa devoción Eucarística, la Madre Caridad fue la gestora de una obra que es un verdadero ‘pararayos’ para la ciudad y el país: es la adoración permanente al Santísimo Sacramento que se lleva a cabo en la Capilla de MariDiaz, lugar bendecidísimo, donde se palpa la presencia sacral y paternal de Nuestro Señor Jesucristo.
Cuando propusieron al gran obispo de Pasto, Mons. Ezequiel Moreno Díaz (1848-1906), la institución de la devoción de la adoración perpetua, el prelado quedó inseguro, porque eran 5 las monjas. Al ver su duda la Madre fundadora le dijo: «Excelencia somos 5 religiosas y tenemos sólo cuatro cobijas, de tal suerte que una siempre tiene que mantenerse en pie y oración». Al final después de pedir consejo a lo alto, San Ezequiel Moreno dio su autorización. Hace poco se conmemoraron 100 años continuos, noche y día, de adoración a nuestro Señor Sacramentado .
Era entonces la Beata Encarnación, la Madre Caridad y el grupo numeroso de misioneras suizas que dieron su vida en este departamento; era el combativo defensor de la Iglesia Mons Ezequiel. Entretanto hay además un personaje grande y algo desconocido que trabajó y murió en estas tierras, se llama Mons Pedro Schumacher. Alemán, celoso misionero de San Vicente de Paúl y ex Obispo de Portoviejo/Ecuador, Mons. Schumacher tuvo que salir huyendo durante la persecución anticatólica del presidente ecuatoriano Eloy Alfaro(1895-1912). Él se refugió en Túquerres/Nariño y Mons Ezequiel le dio la mitad de su diócesis para que le administrase. Murió virtuosamente en 1902 en Samaniego, después de haber realizado una gran obra evangelizadora con la gente humilde, tanto en Ecuador como aquí.
Vemos entonces, que fue un ramillete de santidad el que surgió en estas tierras nariñenses, gloria del pasado pero promesa para el futuro.
Después de alimentarnos espiritualmente, pudimos alimentar a nuestro hermano cuerpo, experimentando el delicioso «plato frito» con carne de cerdo, plátano. Probamos el ‘hervido’, que es un jugo de mora con licor que se toma caliente, muy apropiado para los fríos de la ciudad.
Santuario de Nuestra Señora de las Lajas – La Lourdes Colombiana
Y como si esto fuese poco, existe la «Lourdes de Colombia»el preciosísimo Santuario de Nuestra Señora de Las Lajas. La Virgen se apareció a una indígena llamada María Mueses de Quiñónez que llevaba en sus espaldas a su hija Rosa, que era sordo-muda. Cuando la niña vio a la Virgen dijo a su madre: «Mamá la mestiza me llama», recobrando el habla. Esta misma niña después murió y Nuestra Señora la resucitó.
Es un lugar natural precioso, sobre el río Guáitara y muy cerca de la frontera con Ecuador. La Iglesia está construida en un abismo y tiene como centro la laja donde está impresa la imagen de la Virgen. Es de estilo neogótico (1916-1949). Cuando uno entra se siente ‘halado’ hacia lo alto y abrazado por la presencia materna de Nuestra Señora, cuya fisonomía bien representa al Colombiano auténtico: reflexión, estabilidad, decisión, bondad, firmeza.
Miles de peregrinos llegan de todas partes, incluso de fuera del país, a visitarla. Es ella la firma de Dios en la creación.
Después de visitar estos lugares santos volvimos con la certeza de que Nuestra Señora ama a este país, con amor de predilección y que un gran futuro le espera, pues mientras algunas naciones abandonan a Dios, aquí se le ama, se le reza y se sigue trabajando por su gloria.
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