Bogotá (Lunes, 07-12-2009, Gaudium Press) Desde hace 45 años la Central de Juventudes de Bogotá -entidad católica sin ánimo de lucro que promueve la formación de la niñez y de la juventud a través de procesos de liderazgo, y que fue fundada por el Padre Luis María Fernández- viene realizando el «Año Misionero», una experiencia de formación integral -física, intelectual, afectiva, psicológica, espiritual y comunitaria- que le permite a los jóvenes madurar en su opción vocacional realizando un apostolado en el ámbito juvenil y donando su tiempo, de manera total, durante un año. El «Año Misionero» de 2010 comenzará en la segunda semana de enero.
Uno de los objetivos principales de esta experiencia es que el joven deje su hogar -en algunos casos, el país- por un año, con el propósito de conquistar a otros jóvenes para Jesucristo y, por medio de un proceso de formación, madurez humana y cristiana, regresen a su lugar de origen siendo mejores personas. Reconfirmando, de esta manera, el compromiso con la Misión de Aparecida de llevar a los jóvenes «al encuentro con Jesucristo vivo; camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en el nuevo mundo».
¿Qué motiva a los jóvenes a ser parte de esta experiencia?
De acuerdo con Ángela Liliana Aya Hernandez, quien fue misionera en 1998, una de las principales motivaciones, es la posibilidad de «tener un compromiso real, como laicos, con el mundo, para llevar a Jesús a los jóvenes», y desde una visión cristiana, «ser un protagonista activo» de la sociedad.
Para poder ser parte del «Año Misionero» deben cumplirse algunos requisitos, como haber terminado el colegio, ser estudiante universitario o profesional, haber participado en la Escuela de Líderes de la Central de Juventudes, que son talleres de formación que le permiten al joven -desde una perspectiva cristiana- conocer su potencial, madurar en el laicado y dar los primeros pasos para discernir su opción vocacional. También se piden como requisitos el tomar la decisión de forma libre y personal, solicitar permiso por escrito a los padres -esto si se es menor de 18 años-, tener definida la situación militar -en el caso de los hombres- y hacer una solicitud formal al Área de Animación Misionera, quien es en últimas quien define si el que se ha postulado realizará o no la experiencia misionera durante un año.
Una vez se comienza el «Año Misionero», «el misionero debe estar dispuesto a ir donde lo envíen», como comentó Ángela. Ella realizó hace 11 años su misión inicialmente en Arauca -que en ese entonces era zona roja de guerrilla-, y luego en el departamento de Bolívar. Al respecto Ángela agregó que «en las regiones la acogida de los misioneros es bastante grande».
Por tal razón es importante que, antes de iniciar la experiencia, el misionero pase por un proceso de formación de dos meses. Allí, los jóvenes tienen un tiempo de preparación en aspectos fundamentales para la vida misionera como lo es la formación eclesial, social, humana, política y de la fe, así como la experiencia de vivir en comunidad y la oración. En esta etapa inicial se lleva a cabo un retiro espiritual donde los jóvenes se consagran como misioneros. Todo este proceso se lleva a cabo siempre con la asesoría y guía espiritual de los sacerdotes de La Central de Juventudes.
¿Cómo se lleva a cabo la misión?
Para Ángela Aya la mejor forma de llevar a Jesús a los jóvenes es por medio del «Apostolado de la Amistad», que no es otra cosa sino acercarse ellos «a través de lo que les gusta», siendo testimonios vivos de Jesús y «coherentes con lo que se dice, se piensa y se hace». Y aunque existen momentos difíciles y el trabajo sea, en ocasiones extenuante, la experiencia resulta enriquecedora, pues -como expresó Ángela – «estás tan embriagado de Dios que todo tiene un sentido».
Dentro de la misión se llevan dos etapas de retroalimentación, una a mitad de año y otra una vez se culmina el proceso de misión. Allí los jóvenes misioneros hacen un balance de su labor y comparten las diferentes experiencias que han tenido. Al finalizar, el joven define su opción vocacional, algunos deciden llevar una acción como profesionales laicos, otros optan por la vida religiosa. La Central de Juventudes cuenta con «la Asociación de los misioneros de la Juventud, de donde han salido varios sacerdotes», comentó Ángela.
Desde que el Padre Luis María Fernández fundó la Central de Juventudes e inició con el «Año Misionero» en 1964, cerca de 1000 personas han realizado esta experiencia, entre los que se encuentran varios líderes del país, como es el caso de la Ministra de Cultura de Colombia, Paula Moreno.
En los últimos años se ha realizado misión en los departamentos colombianos de la Guajira, Bolívar, Santander, Boyacá, Casanare, Tolima, Arauca, entre otros. Se están recibiendo solicitudes, y para el próximo año ya se cuenta con misioneros provenientes de Chicago, Estados Unidos.
Mayor información en www.juventudes.com.co
Por Sonia Trujillo
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