Menú 
Asunción (Lunes, 07-12-2009, Gaudium Press) De todos los rincones del Paraguay, miles de devotos marianos acuden hoy y mañana al santuario nacional de Caacupé, junto a la Virgen de los Milagros, en la mayor demostración de fe católica en el país. Se trata de una peregrinación masiva de feligreses que concurren junto a su Madre, tras una larga caminata de cuatro a siete horas, habitualmente en cumplimiento de una promesa.
Participan en la peregrinación familias enteras, incluyendo niños y personas mayores, que llenan las rutas de acceso a la capital del Departamento de la Cordillera, en donde se encuentra el santuario nacional de la Virgen de los Milagros.
Pese a una temperatura promedio de entre 35 y 40 grados en la ruta, los feligreses van caminando bajo el sol ardiente, acompañados habitualmente de su termo de agua fría y y varios modelos de vasos que contienen la yerba y la bombilla, que en su conjunto se denomina «tereré», una especie de mate pero con agua fría.
Esta peregrinación masiva en homenaje a la Virgen Inmaculada es comparable a ritos similares como los de veneración a la Virgen de Luján, en la Argentina, o la de Guadalupe, en México.
A los peregrinantes se los conoce también como «promeseros» ya que habitualmente realizan esta caminata como una señalar de agradecimiento a la Madre de Dios porque ella les concedió alguna gracia especial, por lo cual los marianos le realizaron la promesa de ir a visitarla en su día.
El festejo central se realiza cada 8 de diciembre, con una procesión de la sagrada imagen de la Virgen de los Milagros por las calles de Caacupé y luego se realiza la misa central a las 7:00, en donde están presentes todos los obispos del Paraguay.
Como parte de la tradición popular, los feligreses acuden también al «Ycuá», un lugar cercano a la basílica, donde hay un manantial de agua a la que muchos cristianos atribuyen propiedades curativas de enfermedades por gracia de la Virgen Azul.
La historia de la Virgen de Caacupé
La historia en torno a los orígenes de la esta devoción mariana cuenta que en este pueblo (Caacupé) había un gran artista muy dedicado, un nativo que se había perfeccionado en la escultura. Éste se internó en las profundas selvas a buscar la mejor madera para realizar su trabajo. Escuchó unos ruidos y vio que se encontraba ante unos nativos de la tribu «Mbaya». Se desesperó ya que eran muy peligrosos y se encontraba acorralado. En estos momentos de angustia se acordó de la Virgen y postrándose le encomendó su vida prometiendo que esculpiría su imagen si lo salvaba. Y ocurrió un milagro. Cuenta la tradición que el escultor se había hecho invisible por una gracia de la Madre de Dios. Inmediatamente el artista cumplió su promesa convirtiéndose ésta en la Virgen más venerada y visitada en el Paraguay.
Deje su Comentario