La Paz (Miércoles, 09-12-2009, Gaudium Press) Con una exhortación al respeto de la recíproca autonomía y en base a los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia -como la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiaridad y la solidaridad- la directiva de la Conferencia Episcopal Boliviana reafirmó en una carta dirigida al re-electo presidente de Bolivia Evo Morales Ayma, «nuestra disponibilidad a colaborar en el servicio de la vocación personal y social de todos los habitantes de nuestro país, con especial atención a los más pobres».
La misiva expresa que después de conocer los resultados del proceso electoral, la máxima instancia de la Iglesia Católica ha dirigido su sincera felicitación «al Señor Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, don Evo Morales Ayma, por su re-elección augurando para esta nueva etapa de su gobierno los mejores éxitos al servicio de todos los bolivianos y particularmente de los más necesitados».
Los Obispos de Bolivia también felicitaron al pueblo boliviano que acudió a ejercer el deber y derecho del voto de manera pacífica y responsable demostrando una vez más su profunda vocación democrática. Valoraron en alto grado la participación multitudinaria «como un deseo de buscar soluciones duraderas por la vía del diálogo y del consenso, con la colaboración de todos los sectores e instituciones de la sociedad, incluidas las minorías.
El documento concluye señalando que los Obispos de Bolivia elevan oraciones al Señor de la Vida y de la Historia para que ilumine al nuevo Gobierno y para que guíe a Bolivia por las sendas de la prosperidad en la justicia, fraternidad y paz.
La LXXXVIII Asamblea de los Obispos de Bolivia, «Caminemos en la esperanza», cumplida en noviembre pasado, eligió a una nueva directiva para dirigir la institución en el periodo 2009-2012. El Presidente es el Cardenal Julio Terrazas, Arzobispo de Santa Cruz. Vicepresidente Mons. Jesús Pérez Rodríguez, Arzobispo de Sucre y Secretario General Mons. Oscar Aparicio Céspedes, Obispo Auxiliar de La Paz.
A continuación el documento:
Mirando el futuro con Esperanza
El mensaje final de la Asamblea planteó varios signos positivos y negativos que deben marcan puntos de reflexión colectiva a partir las elecciones generales realizadas el pasado domingo 6 de diciembre, como un paso adelante en el proceso hacia una sociedad más justa, libre, solidaria y unida desde las diferencias culturales y regionales.
Los signos positivos vistos en este proceso son:
– La profunda religiosidad de nuestro pueblo, que se expresa en una apertura siempre mayor a Dios y a su voluntad, y que repercute en un conjunto de valores humanos y cristianos que trascienden el puro materialismo de la vida.
– Admiramos el esfuerzo del pueblo, en su mayoría, para mantener la paz y la concordia en medio de tantas confrontaciones.
– Muchos sectores antes excluidos y discriminados han tenido posibilidades reales de reconocimiento y atención.
– La mayor participación en los distintos momentos electorales que suponen una mayor responsabilidad de los ciudadanos y una mayor conciencia personal.
Los signos negativos que preocupan a los Obispos son:
– La pobreza es un problema estructural, y sigue siendo la principal preocupación de nuestro país y que afecta a miles de familias.
– Nos preocupa profundamente el problema del narcotráfico por sus funestos efectos en la sociedad y en la juventud. Vemos a muchos hermanos y hermanas nuestros involucrándose cada vez más en este flagelo social.
– La falta de respeto a la ley, la crisis provocada en las instituciones judiciales, la inseguridad ciudadana y el crecimiento de la delincuencia, el problema de las violaciones a menores y la violencia familiar, muestran el poco respeto a la vida y el deterioro de nuestra vida social.
– La grave confrontación y división que subsiste en nuestro país entre pueblos, regiones y culturas, a veces con motivaciones ideológico-partidistas, y que repercute también al interior de nuestras familias.
Servidores en Misión Permanente (Fragmento del Mensaje Final de la Asamblea Episcopal)
Estamos prontos a iniciar el tiempo de Adviento. Un tiempo de fe profunda y certeza de que una gran Luz iluminará nuestras tinieblas. Tiempo en el que nos preparamos para celebrar la venida del Señor. «Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos» (Is 40, 3), clama el profeta. El
Adviento y la Navidad nos invitan a ir al encuentro de Jesucristo que viene a nuestras vidas, para hacernos discípulos misioneros de su Buena Nueva de amor a los hermanos, en la paz y justicia para todos. Esto nos llama a la conversión del corazón, que se manifiesta en una necesaria renovación de la manera de pensar, de las actitudes y de las relaciones humanas.
En este ambiente de conversión personal y pastoral, hemos iniciado en nuestro país, junto con las Iglesias del continente americano, una Misión Permanente que quiere llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos, incluidos muchos cristianos bautizados pero no convertidos al Señor.
Misión Permanente para revitalizar nuestra Iglesia que responda más y mejor en la construcción del Reino de Dios.
El próximo ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, celebramos los 300 años de la presencia misionera en Concepción (Santa Cruz). Damos gracias a Dios por esta labor al servicio del Reino de Dios, como testimonio de evangelización y de inculturación del Evangelio en nuestras tierras chiquitanas. También celebramos 50 años de Hermandad con las Iglesias de Treveris y Hildesheim, de Alemania, como camino y experiencia de comunión eclesial.
En este espíritu de Misión Permanente, de conversión, y de profunda esperanza gozosa en la venida del Señor, hemos revisado nuestras estructuras de servicio al Pueblo de Dios. La re-estructuración de los organismos de la Conferencia Episcopal Boliviana responde, de esta forma, a un espíritu de compromiso de Evangelización, de Comunión Eclesial y de Promoción Humana, para llevar adelante el mensaje y la tarea que el Señor nos ha encomendado. Vivamos con gozo nuestra vocación cristiana.
Estamos en un tiempo de espera del Señor, propicio para la purificación y la búsqueda de comunión. La Misión Permanente que está moviendo nuestros pasos, la invitación del Papa Benedicto XVI en este año dedicado al Sacerdote, exige a todos, pastores y fieles, vivir en profundidad la vocación bautismal.
Sacerdotes y fieles que hacen de su vida un sacrificio, una acción de gracias al Padre por todo lo que han recibido; asimismo, profetas capaces de anunciar la esperanza de la Buena Nueva, así como de denunciar las injusticias y los caminos que llevan al mal.
Pidamos que la intercesión de la Inmaculada Concepción de María, que celebramos en el tiempo del Adviento, nos prepare a celebrar la venida del Señor confiados en su misericordia.
Por Elizabeth Paravicini
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