Bogotá (Jueves, 10-12-2009, Gaudium Press) En las décadas de los 80 y 90, y el principio del año 2000, Colombia vivió uno de los conflictos sociales más difíciles por causa del narcotráfico y la proliferación de cultivos ilícitos, así como el fortalecimiento de grupos ilegales que generaron una ola de violencia que dejó cicatrices indelebles en los corazones de los colombianos. Algunas de las zonas de Colombia que sufrieron una considerable descomposición social por causa de los cultivos ilegales, fueron el Sur de Bolívar -que contaba con más de diez mil hectáreas de coca sembradas- y el Magdalena Medio.
Aunque en la actualidad el problema aún persiste, una alternativa que nació en abril de 2004 con la Asociación de Productores de Cacao del Sur de Bolívar y Magdalena Medio (Aprocasur), Colombia -y que reúne, en su mayoría, a agricultores ex-cocaleros que, impulsados por Miguel Eugenio Daza, antiguo director de la entidad que murió por causa de la violencia en el 2008, quisieron formar una agrupación que fomentara proyectos de vida diferentes- le está regresando la esperanza a los campesinos cuyo sustento de vida era el cultivo de coca, sustituyéndolo por otras alternativas de producción, como es el cultivo de cacao, y lo más importante, «erradicando la coca del corazón», como expresó Miguel Ángel Vargas, Representante Legal de Aprocasur.
Bajo el lema «El cacao, una opción de vida para las comunidades campesinas de Colombia, en donde el cacao es el medio, y el fin es la gente», y estableciendo en la región «bosques de chocolate para la vida», como dijo Vargas, el Magdalena Medio y el Sur de Bolívar -así como otras regiones colombianas que están empezando a replicar esta alternativa- han tenido «un cambio trascendental», agregó Vargas.
Desde que se empezó a sustituir los cultivos ilícitos por chocolate, más de 4 mil familias de la región se han beneficiado con la iniciativa notándose cambios significativos en el tema social, en los valores y en los principios. Las familias se dieron cuenta que lo ilegal las desarticulaba y que «el cacao los unía», comentó Vargas. También se ha mejorado en el tema ambiental y en lo económico, puesto que «el cacao mejora las condiciones de vida en el mediano y largo plazo», añadió Vargas.
Formación integral con visión cristiana
Dentro de las actividades que realiza Apocasur está la formación del talento humano, principalmente de los hijos de los campesinos, ya que ellos «deben ser los promotores en las regiones», comentó Vargas. Para ello la Asociación procura su formación integral dándole un lugar especial a la parte espiritual.
Varios de los que dirigen Aprocasur en la actualidad «nacimos de un proceso de la Central de Juventudes -entidad católica colombiana y sin ánimo de lucro que se dedica a promover la formación de la niñez y de la juventud por medio de procesos de liderazgo-«, explicó Vargas. Por tal razón, y con el deseo de replicar este proceso de formación entre los jóvenes del Sur de Bolívar y del Magdalena Medio, envían semestralmente a los jóvenes a vivir la experiencia de las Escuelas de Líderes, talleres de formación -organizados por la Central de Juventudes- que le permiten al joven, desde el punto de vista cristiano, crecer en su fe, conocer su potencial y madurar en su opción vocacional. La Asociación de Productores de Cacao también realiza micro Escuelas de Líderes en las zonas donde desempeña su misión.
«Fruto de todo este trabajo -que ha sido duro, ‘guerriado’, con alegrías y tristezas-, nos hemos trazado muchas metas», expresó Vargas. Por eso la Asociación cuenta hoy con una fundación en memoria de su anterior director, Miguel Eugenio Daza, y con la empresa Bosques de Chocolate que traen a la región, como señaló Vargas, «esperanza y paz por medio del cacao».
Recientemente -el pasado 3 y 4 de diciembre del presenta año- Aprocasur realizó el «Primer Congreso Nacional del Cacao» en Aguachica, Cesar. El evento reunió a las organizaciones que, en Colombia, se dedican a la producción y a la comercialización de chocolate.
Por Sonia Trujillo
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