San Cristóbal de las Casas (Viernes, 18-12-2009, Gaudium Press) En un texto publicado, el pasado 16 de diciembre por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), y que lleva el título «De anglicanos a católicos», monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de las Casas, México, habló sobre la Constitución Apostólica «Anglicanorum Coetibus», promulgada por el Papa Benedicto XVI el pasado mes de noviembre, y que está siendo canal para que muchos anglicanos regresen a la comunión con Roma.
En su documento, Mons. Arizmendi dijo a los católicos que deben darle «gracias a Dios por este reencuentro de hermanos creyentes en Cristo», y que es importante sentirse «felices de ser católicos, pues Dios nos ha regalado el tesoro de estar en su Iglesia, la que Jesús fundó y la que ha conservado la más auténtica tradición, en fidelidad al Evangelio».
Haciendo referencia a la institución de los Ordinariatos personales -que se describen en la Constitución Apostólica para facilitar el proceso de los anglicanos dentro de la Iglesia católica-, señaló que «aceptar a quienes pertenecían a la Iglesia Anglicana y ahora piden ser admitidos como católicos, no es un proselitismo convenenciero, sino un proceso de buscar la unidad eclesial querida por Cristo, dentro de un legítimo pluralismo de tradiciones religiosas».
Sobre el celibato -«punto de particular delicadeza», en palabras del Obispo- dijo que «no significa que en un futuro cercano se quitará este requisito para ser sacerdote católico», sino que se busca «atender a situaciones particulares y no poner más obstáculos a la comunión eclesial». La medida, que se describe en la Constitución Apostólica, dice que «los ministros no casados deben atenerse a la norma del celibato clerical según el canon 277,1» y que solo se admitirá hombres célibes al orden del presbiterado. La norma también dice que será posible «pedir al Romano Pontífice, en derogación del canon 277,1, que admita caso por caso al orden sagrado del presbiterado también a hombres casados».
Mons. Arizmendi finalizó su documento señalando que es importante que los católicos sean coherentes con su fe y no, por malas obras, «alejemos a quienes buscan sinceramente a Dios, y por nuestros ‘antitestimonios’ se apartan de su Iglesia (…) Abramos el corazón a quienes buscan la verdadera religión (…) no puede haber cristianismo sin Iglesia, pues Jesús confió a su Iglesia -a Pedro y sus sucesores- continuar su misma obra de salvación».
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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