Kabul (Miércoles, 06-12-2010, Gaudium Press) Desde octubre de 2001 cerca de 113.000 soldados extranjeros -entre los que se encuentran alrededor de 68.000 estadounidenses- permanecen en Afganistán tras un despliegue militar que ordenó el gobierno de los Estados Unidos, poco después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, y que derrumbó al gobierno talibán presente en Kabul, capital del país asiático, a quien se le acusaba de proteger al terrorista Osama Bin Laden.
Con los soldados llegó el acompañamiento espiritual de varios capellanes militares, cuya misión principal es hacer presente a Dios, alimentando la fe de los miembros de la armada, pero debido al gran número de infantes de marina, los sacerdotes no son suficientes, por lo que se hizo necesario acudir al apoyo de líderes laicos católicos quienes, desde la misma armada, dan una voz de aliento -tanto a los soldados como a los habitantes de las zonas de conflicto- en medio de las situaciones difíciles que trae la guerra.
Este es el caso del cabo Matthew Muñoz, infante de marina de los Estados Unidos de origen latino, que, con sus 23 años, se ofreció para atender el bienestar espiritual de sus compañeros de armas. Muñoz es el segundo al mando de un grupo de alrededor de 14 hombres que hacen parte de un puesto de combate en Helmand, provincia afgana que es territorio talibán.
Según información de la agencia de noticias católica de los Estados Unidos CNS (Catholic News Service), el cabo Muñoz combina su fe católica con una formación especial proporcionada por un capellán militar, para así llevar un mensaje de esperanza a los católicos y no católicos que hacen parte de su campamento. «Allí los hombres duermen en tiendas de campaña sin calefacción, no tienen ducha y utilizan barriles como baño», informa la CNS.
La primera vez que Muñoz se ofreció como voluntario fue en Irak, allí «sólo había un capellán para 1.000 hombres, y siempre parecía cansado», dijo el cabo Muñoz a la CNS. En ese entonces el sargento de artillería que estaba al mando lo invitó a convertirse en líder laico para apoyar al sacerdote, el de inmediato aceptó, y desde entonces ha hecho misión desde la «misión militar».
Pese a que la Arquidiócesis de Servicios Militares de los Estados Unidos prohibió la distribución de hostias consagradas por una profanación ocurrida en Irak, el cabo Muñoz comparte con los demás infantes de marina la liturgia de la palabra de los domingos y varias historias que le permite elevar el ánimo de los combatientes.
El papel de un capellán en la guerra
El Padre Francisco Olivares Simón, sacerdote español presente en Afganistán, señaló en un documento del Arzobispado Castrense de España -encargado de la asistencia espiritual de los soldados españoles en Afganistán-, que el capellán militar «está llamado a ser bálsamo que suaviza la dureza en la misión, ser transmisor de la paz del espíritu, la paz de Dios en los momentos de tensión, el ánimo si llega el decaimiento, en una palabra: la presencia de Dios benéfica y protectora para los que tienen fe, la presencia que humaniza para los que no comparten esa fe».
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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