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Las Hijas de la Madre de Dios

Bogotá (Lunes, 01-02-2010, Gaudium Press) La nuevas comunidades manifiestan la vitalidad incesante de la Iglesia. En cada nuevo carisma el Espíritu Santo, que es Don inagotable de riquezas, manifiesta facetas novedosas y maravillosas de su Ser divino.

Una de estas nuevas comunidades es la de las «Hijas de la Madre de Dios». Nacidas en la ciudad de Villavicencio, Colombia, hace parte de una familia espiritual que cuenta con su rama de hombres consagrados, los Hijos de la Madre de Dios o Asociación de la Inmaculada Concepción -de la que hacen parte más de 20 sacerdotes además de hermanos no presbíteros-, y con su rama laical, constituida esta última como Asociación Privada de Fieles en la Arquidiócesis primada de Colombia, Bogotá.

hijas.pngConstituidas en 1993, la hoy Asociación Pública de Fieles ‘Hijas de la Madre de Dios’ es integrada en la actualidad por 25 hermanas profesas, 12 entre pre-novicias y novicias, 1 postulante y tres aspirantes. Las fundadoras son tres religiosas colombianas: La Hna. María Isabel Bernal, la Hna. Edilma Acevedo y la Hna. María inés Bedoya. Actualmente es superiora la Hermana Edilma.

«Nuestra espiritualidad es trinitaria, cristocéntrica, mariana, eclesial, eucarística y pneumatológica (Espíritu Santo)», afirma la Hna. Yadira Táutiva, desde hace años profesa de esta comunidad. «Nuestro carisma es recibir, vivir y dar a Jesucristo, a imitación de María Santísima, en la Iglesia y en el mundo. Ese recibir a Jesucristo se antecede de un vaciarse de sí. Es seguir el ejemplo de la Virgen, que en la virginidad recibió a Jesús y después lo dio a los hombres», expresó la religiosa a Gaudium Press.

En sus diversas actividades apostólicas, las religiosas enfatizan la individualización de la Redención de Jesucristo: «Dios vino a redimir a todos los hombres, pero también a cada uno en particular», dice la Hna. Taútiva, resaltando el empeño que tiene su comunidad de hacerle sensible a cada persona con la que entran en contacto, que Cristo vela por ella de forma especial.

Formación

El itinerario de la futura religiosa está ya bien establecido. Tras un primer año de «aspirantado externo», las señoritas entran a la vida comunitaria para hacer su aspirantado interno de duración de un año, y comienzan a desarrollar actividades pastorales, en la que privilegian la asistencia a las parroquias. En ellas colaboran en las labores catequéticas y de preparación de sacramentos, entre otras. Durante el aspirantado interno, las señoritas profundizan su vida de oración, se adentran en el conocimiento de la comunidad, y van impregnándose cada vez más de su espiritualidad.

Tras el año de aspirantado interno, se inicia el postulantado, también de un año de duración. En esta fase, además de la formación en el carisma propio de la comunidad, las postulantes inician una educación de tipo formal, realizada comúnmente en el Centro de Estudios Religiosos (CER), casa dem instrucción dependiente de la Conferencia de Religiosos de Colombia, donde realizan cursos como Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento, Psicología y Crecimiento Humano, Fundamentos de la Vida Cristiana, Antropología Teológica, Proceso de Discernimiento, y otros. La asistencia a las parroquias de las ya postulantes continúa, destacándose ahora las ‘Misiones fuertes’: durante ocho días, en Semana Santa, en la Novena de la Virgen del Carmen y en la época de Navidad, las postulantes salen de sus casas de formación a pueblos y veredas a colaborar con las actividades de las parroquias que requieran su ayuda.

Pasado el tiempo del postulantado, se sigue el del pre-noviciado, de un año también, que se inaugura con la renovación de la Consagración a la Virgen. A él se suceden dos años de noviciado. En el primero se profundiza en el estudio de los estatutos de la comunidad, en la vida de oración, en el conocimiento de sí mismo y en el encuentro con Cristo. En el segundo, durante los seis primeros meses, llamado de ‘noviciado de pastoral’, la novicia es enviada a un sitio de misión. Las Hijas de la Madre de Dios, tienen fundamentalmente tres casas desde donde desarrollan este apostolado misionero. En Girardot, Colombia, trabajan en el ancianato a cargo de la diócesis. En San Martín, población del departamento del Meta también en Colombia, realizan su apostolado en un colegio regentado por la diócesis del lugar. Y en República Dominicana dirigen la escuela-hogar para niños «Nuestros pequeños hermanos».

En todo este tiempo, desde el postulantado hasta concluido el primer año de noviciado, las futuras religiosas han continuado sus estudios en el CER.

Superado el noviciado de pastoral, la futura religiosa ingresa en los últimos seis meses de noviciado, el de «preparación de votos», que es un periodo de profundo recogimiento espiritual. Allí, en su fase final de formación, ellas se sumergen en el gran llamado a vivir la perfección evangélica, en la pobreza, la obediencia y la castidad. Tras ese periodo de discernimiento, y habiendo superado todas las etapas y llenado los requisitos, profesan los votos temporales. Seis años después profesarán los votos perpetuos.

La Hna. Yadira destaca con cristiano orgullo que «viven de la Providencia»: «El Señor conoce nuestras necesidades, y nos provee con su asistencia», dice. También cuenta la religiosa la rápida expansión que ha tenido la rama laical de la comunidad, organizada en «células», células madre, rectoras, células alfa, beta y kappa, que se reúnen periódicamente para vivir su espiritualidad y meditar en la Palabra de Dios.

Asimismo, se resalta el hecho de que a pesar de ser una comunidad nueva, ella en sus tres ramas ha alcanzado una notable expansión, haciendo hoy presencia en Ecuador, Panamá, Costa Rica, República Dominicana, México, Estados Unidos, Canadá, España, Italia, Francia, Suecia y China.

Quienes deseen recibir más información, pueden escribir a [email protected]

Gaudium Press / S. C.

 

 

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