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Roma (Viernes, 19-02-2010, Gaudium Press) «El sacerdote debe aprender a aceptar los sufrimientos de aquellos que le son confiados, porque es en esta oferta que consiste la esencia de su ministerio». Las palabras son del Papa Benedicto XVI, dirigidas al clero romano con quien el Pontífice se encontró en la tarde de ayer por ocasión del inicio de la Cuaresma. El encuentro es tradicional y ocurrió en el Palacio Vaticano.
Las palabras del Pontífice van directamente al corazón de la misión de todo padre. En la ocasión, Benedicto XVI se inspiró en el quinto capítulo de la Carta a los Hebreos para resaltar que el sacerdote debe vivir principalmente la «verdadera humanidad», que no significa estar inmersa en el pecado, sino que es conforme a la imagen de Dios.
En su lectio divina, Benedicto XVI se concentró en particular en el trecho que evidencia la «justa compasión por aquellos que se encuentran en la ignorancia y el error», que debe ser propia de cada sumo sacerdote: «Es necesario saber sufrir con los otros a imitación de Cristo, que llevó todo el sufrimiento humano en su pasión y muerte. Debemos poder transformar el sufrimiento y conducir a quien sufre hasta Dios», afirmó.
El encuentro fue abierto con el saludo del Vicario de Su Santidad, cardenal Agostino Vallini, quien recordó como el Santo Padre, al inicio del año sacerdotal, el 19 de junio del año pasado, exhortó a la contemplación del corazón traspasado de Jesús e instó a los sacerdotes la fidelidad al propio ministerio.
El Papa siguió en esta línea ayer, afirmando que con su ejemplo y a través de su ayuda, todo ministro de Dios debe modelar su vida, «en comunión con Cristo mediante la oración constante del breviario, la celebración cotidiana de la Misa, pero también en el resto de su vida pastoral».
Benedicto XVI resaltó también la importancia de la obediencia a la voluntad del Padre para todo cristiano: «La palabra ‘obediencia’ no agrada -dijo- porque hace pensar en sumisión en oposición a la libertad. Pero la voluntad de Dios no es tiránica, no está más allá de nuestro ser: es la voluntad creadora, que coincide con nuestra voluntad y, por lo tanto, la obediencia puede llevar solamente a la verdadera libertad».
Al concluir su meditación, el Papa saludó a los sacerdotes presentes en la sala, los cuales apreciaron el encuentro, esencialmente un momento de comunión entre el Obispo de Roma y su presbiterio para «seguir juntos -como recordó el Papa- en el camino pascual».
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