Bogotá (Jueves, 04-03-2010, Gaudium Press) En el año 286 de Cristo una legión romana completa fue decapitada por sus propios compañeros de armas de las otras legiones, concentradas todas por el Emperador Maximiano en el norte de las Galias para someter a las tribus de Borgoña.
Una legión de soldados romanos de aquel entonces constaba de seis mil seiscientos sesenta y seis hombres, aunque esa cantidad no fue siempre la misma en la historia de las cincuenta legiones romanas que existieron desde los remotos tiempos del reino y la república. Ahora estaban en tiempos del Imperio, gobernado por la arbitrariedad y el capricho de un hombre que era considerado un dios.
El sitio exacto donde se dio tal masacre queda hoy -según algunos reconocidos historiadores- en uno de los cantones suizos católicos de lengua franco-alemana, precisamente de donde ha salido valerosos guardias suizos de todos los tiempos, incluidos algunos de la guardia pontificia.
La Legión sacrificada estaba totalmente constituida por cristianos y era llamada la Legión Tebana, porque los hombres habían sido reclutados en Tebas donde estuvieron acuartelados hasta que el emperador les ordenó que se dirigieran a las Galias. A marchas forzadas llegaron al lugar de encuentro con las otras legiones convocadas bajo a las órdenes de Mauricio, Cándido y Exupernio, sus comandantes, los tres convertidos al Cristianismo.
Se ordena diezmarlos
Maximiano, ordenó un sacrificio general, al que debía asistir todo el ejército y que incluía juramento de lealtad absoluta a él con ceremonia de culto divino. Ante estas órdenes, todos los integrantes de la Legión Tebana rehusaron participar en este tipo de ritual pagano, famoso entre las tropas romanas, pues no raras veces incluía -en el auge de la superchería- sacrificar un esclavo. La negativa de toda una legión completa porque se declaraba cristiana, lesionó el amor propio altanero del emperador Maximiano quien ordenó diezmar la legión, esto es, seleccionar a uno de cada diez hombres y decapitarlo a golpe de ‘gladium’. Pero el resto de la Legión permaneció inflexible, lo que dio lugar a una segunda, y uno de cada diez hombres de los que quedaban vivos, también fue decapitado. En algunas de las actas de este martirio consta que este segundo castigo no tuvo más efectos que el primero y muy por el contrario animó al resto a entregar su vida para irse a reunir pronto en el Cielo.
Como los soldados se mantuvieran firmes en su decisión y en sus principios, los oficiales y soldados de otras legiones, impresionados suplicaban a los sobrevivientes que al menos hicieran una protesta de fidelidad a su emperador, lo que consta que aceptaron, pero Maximiano no, por lo cual ordenó decapitarlos a todos. Toda la legión fue muerta por las otras tropas, que los despedazaron con sus espadas, un 22 de septiembre del 286 D.C.
Así que el lugar quedó teñido en sangre de cristianos, semilla de más cristianos, hoy semillero de Guardias Suizos.
Por Antonio Borda
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