sábado, 23 de noviembre de 2024
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Los tambores de Calanda

Bogotá (Jueves, 11-03-2010, Gaudium Press) Los tambores de Calanda -que suenan en Semana Santa- son una seria costumbre de ese pueblito español que avisa, desde el jueves santo, sin dejar de retumbar, que el Hijo de Dios está preso y que lo van a matar.

Calanda es un pueblo pequeño que queda en Aragón. Sus tambores son famosos por retumbar sin parar, y hay cofradías enteras que salen a caminar por las callejuelas vacías haciendo sonar los tambores con dolor y seriedad.

Ya el propio Luis Buñuel -tal vez no un ejemplar católico pero nacido allá- hacía cuestión de que por ningún motivo se acabara esa tradición. Contaba que desde niño quedó profundamente marcado por esa costumbre aragonesa que le recuerda a la gente la pasión, crucifixión y muerte de nuestro Redentor.

Un misterio medieval. En su origen, monjes militares

La costumbre es un misterio de origen medieval. Dicen historiadores que aquella región toda -que incluye otros ocho municipios- eran terrenos en posesión de una antigua orden de caballería, monjes militares con votos que precisamente en esos días salían a recorrer de a caballo y retumbado tambores, todos los caminos de aquella parte de Aragón anunciando con luto y dolor la prisión de Nuestro Señor. Las gentes de aquellas villas, se recogían calladas, hombres, mujeres, niños y viejos comprendían por los tambores y el silencio de las campanas, que esos eran días que conmovían el Cielo.

Más que las prédicas santas, que los ayunos y ceremonias, los tambores enseñaban con su sonido bronco adolorido. Enseñaban al pueblo menudo de Dios que la llamada Semana Mayor es tiempo de acompañar con piedad y devoción el sacrificio que hizo Jesús nuestro Salvador.

Una nota pintoresca en esta costumbre tan bella y seria a la vez, es lo que llaman El Duelo, un encuentro de cofradías que converge a la plaza central del poblado tañendo cada una sus tambores pero con redoble propio. Durante un largo rato suenan y suenan sus tambores hasta que unas, confundidas por las otras, van perdiendo su retoque y deben quedar en silencio. Finalmente quedan dos intentado cada cual hacerle perder a la otra su redoble de tambor. Cuando esto sucede, la cofradía triunfadora sigue sonando y sonando, y entonces las otras toman el redoble ganador y acompañan el redoble de la cofradía que venció.

Los tambores de Calanda son un homenaje español que incluso hoy día ha sido declarado patrimonio turístico de toda la nación.

Con los tambores sonando, cada cofradía lleva su propio color, blasón, pendón…y dolor.

Por Antonio Borda

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