Redacción (Sábado, 27-03-2010, Gaudium Press)
Via Crucis: VIII Estación – Jesús consuela a las hijas de Jerusalén por Mons. João S.Clá Dias, EP
V/. Nosotros te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R/. Porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
«Lo seguía una gran multitud de pueblo y mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban. Volviéndose hacia ellas, Jesús dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí, más bien llorad sobre vosotros mismas y vuestros hijos» (Lc 23, 28).
Jesús, aunque sumergido en los tormentos de la Pasión, caminaba hacia el triunfo del cumplimiento de u misión. Pero, en su infinita justicia, no dejaba de advertir a las santas mujeres sobre la necesidad de reparar el pecado colectivo. No bastaba conmoverse con la tragedia de un Dios ultrajado. Era indispensable aplacar la cólera divina contra los hombres, por el crimen cometido.
Oh Jesús, Señor de la Justicia que a todo bien premiáis y a todo mal castigáis, dadme la gracia de tener plena consciencia de mis locuras, crímenes y pecados, a fin de pediros perdón con sinceridad. Cuanto más profundamente yo reconozca mis faltas, mejor será mi arrepentimiento y más completa será tu absolución.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
V/. Sagrado Corazón de Jesús, víctima de los pecadores.
R/. Ten piedad de nosotros.
V/. Por la misericordia de Dios descansen en paz las almas de los fieles difuntos.
R/. Amén.
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