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Sermón de las Siete Palabras: Meditaciones de los Obispos de Colombia

Bogotá (Martes, 30-03-2010, Gaudium Press) Cada Viernes Santo la Iglesia en el mundo recuerda el mayor sacrificio que hizo el hijo de Dios por amor, que fue dar su vida por la salvación de los hombres. Ese día no se celebra la Santa Misa, pero se realiza la liturgia de la adoración de la Santa Cruz y se medita sobre las 7 palabras que pronunció Jesús antes de su muerte en la Cruz.

Con motivo de este día santo, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Comunicación Social, habilitó en su portal el Sermón de las 7 Palabras con reflexiones en audio de varios obispos de Colombia. Gaudium Press presenta a continuación trechos de las meditaciones de los prelados.

Mons._Julio_Cesar_Vidal_Ortiz_239.jpg«Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen»

De acuerdo con Mons. Julio César Vidal Ortiz, Obispo de Montería, las circunstancias que rodearon a Jesús permiten valorar aún más estas palabras del Señor, «quien es el hombre bueno el que todo lo hizo bien». Para Jesús, continúa el prelado -quien fue «aquella persona que amó al pueblo, especialmente a los más necesitados, a los pecadores-, siempre hubo un espacio en su corazón» para toda aquella persona que se acercara Él.

Al decir: «Padre perdónalos porque no saben lo que hacen», «se manifiesta la perfección humana de aquel hombre llamado Jesús de Nazareth», explica Mons. Vidal Ortiz, quien además agrega que en el momento de su muerte, pese al ambiente negativo y de dolor que lo rodeó, brotan esas palabras, donde «se ve la riqueza que existe en lo más profundo del ser de este hombre».

Mons._Gustavo_Gir_n_Higuita_17.jpg«Yo te aseguro: Hoy estarás conmigo en el paraíso»

Esta segunda palabra que el Hijo de Dios pronunció antes de su muerte, refleja el hecho de que Jesús «quiso morir en medio de dos hombres pecadores que, de manera misteriosa, prevista por Él, representaban la humanidad», es la reflexión que hace el Obispo de Tumaco, Mons. Gustavo Girón Higuita.

Continúa diciendo, que así como en el buen ladrón «nace una esperanza» por medio de estas palabras, en todos los seres humanos Jesús está crucificado, y espera, además «que le digamos: acuérdate de nosotros ahora que tú estás en tu reino», agrega el prelado.

Mons._Juan_Vicente_C_rdoba_Villota_237.jpg«Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre»

Por su parte, Mons. Juan Vicente Córdoba Villota, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, al meditar en esta palabra recuerda a las madres que en Colombia sufren por ver a sus hijos encadenados, secuestrados perseguidos, con hambre y en diversas dificultades, sin trabajo, enfermos o «simplemente sin sentido de la existencia, sin fe», y anima a ver en María -la madre del redentor- una luz de esperanza. «¡Qué garantía tenemos de sabernos que somos puestos en las manos de Jesús por María, y que tenemos quien cuide de nosotros!», añade.

Por medio de esta reflexión, el Secretario de la CEC, igualmente hace una invitación: «Exhorto a todos a la devoción de María (…) enseñémosle a los niños y a los jóvenes a tener devoción a María. Los que se han alejado (…), vuelvan a ella, que la madre siempre está dispuesta esperando, y no se cansa de esperar».

Mons._Fidel_Le_n_Cadavid_Mar_n_171.jpg«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»

En este cuarto mensaje, Jesús, «asumiendo las palabras de queja de otros que sufrieron antes que él, hacía converger todo el dolor y queja de los hombres», dice Mons. Fidel León Cadavid, Obispo de Quibdó, en su reflexión. Quien, además, añade que Jesús, al pronunciar esta frase, «en ese momento, más que nunca, Él era el hombre en la máxima cercanía a nosotros».

El Obispo de Quibdó, en esta meditación, también hace una pregunta: «¿quién, en alguna circunstancia, no se ha sentido como Jesús; doliente y abandonado?», a la cual responde: «algo muy nuestro está colgado en la cruz con el agonizante. Su grito se explica porque Él está asumiendo los pecados del mundo, Él se hace pecado (…) Así se desvela el amor de Dios que salva de la injusticia con la misericordia».

Mons._Jaime_Prieto_Amaya_918.jpg«¡Tengo sed!»

De otro lado, ante la quinta palabra que pronunció Jesús en la cruz, el Obispo de Cúcuta, Mons. Jaime Prieto Amaya, hace una exhortación: «Si supieras quién es el que te pide de beber, más bien tú le pedirías a Él agua, y Él te daría agua viva».

Invitación con la que, posteriormente, el prelado hace una pregunta y motiva a la reflexión: «¿De qué tiene sed el mundo (…) nuestro pueblo Colombiano? El mundo, nuestro pueblo colombiano tiene es sed de Dios», responde, y a la vez recuerda: «Tener sed de Dios, es recibir el Espíritu de Dios, que Él nos entrega para que podamos, en Jesucristo, tener vida abundante».

Mons._H_ctor_Guti_rrez_Pab_n_188.jpg«Todo está consumado»

Con estas palabras, Mons. Héctor Gutiérrez Pabón, Obispo de Engativá, dice que Jesús marca el fin de su obra y el comienzo de la obra de la Iglesia; «la de los hombres y mujeres que se empeñan en lograr que la humanidad se beneficie de la redención, mediante la práctica de las enseñanzas del Evangelio y la participación en la vida sacramental».

Igualmente, afirma que hoy aunque la humanidad esté lejos de decir «Todo está consumado», el ser humano no ha desfallecido, ni perdido la esperanza. «La Iglesia que peregrina en Colombia dispone de muchos hogares santos, de hombres y mujeres que no se avergüenzan de su fe, ni han prostituido su tradición», comenta.

El Obispo de Engativá, concluye la meditación señalando que es a la Iglesia de Cristo, a los gobernantes, a los jóvenes, a los mayores, cultos e iletrados «a quienes nos corresponde hacer real y eficaz, en el mundo de nuestros días, la obra redentora y salvadora del Señor».

Mons._Rub_n_Salazar_G_mez_331.jpg«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

Por medio de la última palabra que el Hijo de Dios dice antes de morir, Mons. Rubén Salazar Gómez, Presidente de la CEC y Arzobispo de Colombia, hace varias consideraciones en relación con los momentos finales de Jesús. Dice que Él, en la cruz, asume todas las tinieblas del ser humano «para destruirlas, para liberarnos de todo lo que nos aliena, nos esclaviza, nos priva del verdadero sentido de nuestra existencia».

Asimismo, dice que con sólo el haber pronunciado «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», la humanidad, por Jesús, recupera el pleno y total sentido de su existencia «como criaturas, como personas creadas en la libertad, (…) con capacidad de amar y de ser amados».

Finalmente, exhorta y dice que la muerte del hijo de Dios «debe avivar nuestra fe y llevarnos a un cambio profundo de vida».

Las meditaciones en audio pueden escucharse completas ingresando al portal de la Conferencia Episcopal de Colombia (www.cec.org.co), a través de la sección de Semana Santa 2010.

Gaudium Press / Sonia Trujillo

 

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