Lima (Martes, 06-03-2010, Gaudium Press) Durante la celebración de la Última Cena el Jueves santo pasado, el cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, Arzobispo de Lima, reflexionó entorno a la fuerte presencia de los católicos durante la Semana Santa, expresión ésta de su fe y amor a Dios Padre.
«A mí me viene por contraste la misma pregunta que hizo Jesús: «¿cuando venga el Hijo del hombre encontrara fe sobre la tierra?». Yo puedo responder con enorme gozo que Lima se ha convertido en una Ciudad Eucarística, el renacer del amor a Jesús en la Eucaristía va tocando los corazones de jóvenes, ancianos, de todo lugar y de toda condición y se va viendo ese amor ardiente en todos los rincones. Hoy, hermanos, con enorme gozo, el pastor, padre y amigo tiene un profundo gozo en el corazón al contemplar que nuestras calles tienen multitud de personas que van de un templo al otro en familias numerosas, jóvenes y no tan jóvenes, todos buscando a Jesús, que ardientemente desea estar contigo. Todo esto, hermanos, es de una elocuencia que supera las encuestas, las barreras, supera todas las manifestaciones porque sale del corazón, porque ilumina nuestras calles, nuestras familias, especialmente los más humildes, sencillos, enfermos, niños y madres», expresó el Cardenal.
También, durante la Eucaristía en la que se recordó la última cena que compartió Jesús con sus discípulos, el Arzobispo de Lima resaltó la humildad y el don de servicio del Hijo de Dios a la humanidad, muestra de amor vivo presente no solo en el lavatorio de los pies, sino en la entrega total de su vida por amor.
«Esa Eucaristía, ese comer su cuerpo me convierte en un hombre que ama a los demás, que sirve a los demás y por eso empezó a lavar los pies de sus discípulos. Un gesto, un símbolo de humildad, un símbolo para decirle al mundo de hoy engreído, crítico y autosuficiente: «Cuanto más grande te creas, inclínate más a servir, cuanto más poderoso te sientas entrega tu vida entera al prójimo». Por eso la sociedad se conoce como cristiana cuando ama a los niños, a los enfermos, a los pobres, cuando acompaña a los atribulados, cuando se hace presente en los hospitales, en las cárceles, porque Jesús nos enseñó así, esa humildad de servir a los demás. «Humildad es la verdad», decía Santa Teresa de Jesús y por lo tanto esa humildad, servir al prójimo, darle de comer, curar su enfermedad, acompañar su soledad, calmar sus inquietudes, fortalecer sus dudas», agregó
Y es precisamente Jesús Eucaristía el que da fuerza e impulsa a las acciones de solidaridad, comprensión y ayuda entre los humanos. Jesús presente en el diario vivir, en cada sentimiento, en cada oración y en cada intención de sus fieles. Un Jesús que entrega su esencia, su aliento y su fuerza en cada consagración Eucarística, invitándonos a seguirle, amarle y adorarle.
«Y así vemos cómo hoy queremos decirle al Señor: «Enséñame a adorarte, que yo sepa vivir adorándote, animándote, que yo sepa adorarte; que yo sepa acoger ese don de la fe que tú me has dado». Hermanos, las palabras se quedan cortas. Al acabar la Misa iremos por todos los Monumentos que en las iglesias con tanto cariño se han preparado, iremos a decirle a Jesús: «Aquí estoy». Iremos a darle gracias, a poner nuestras necesidades, a tal vez sentir que no somos dignos, pero sí eres digno. Iremos en familia, toda esta multitud y cuando queremos entender ¿qué pasa?, ¿por qué todo esto?, porque Jesús vivo, Jesús realmente presente, está entre nosotros y, por lo tanto, queremos verle, hablarle, estar con Él. Vamos a continuar con la Eucaristía, haciendo el propósito de más humildad», concluyó el purpurado.
Con información del Arzobispado de Lima
Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M.
Deje su Comentario