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"¡A este Jesús, Dios lo resucitó!": Arzobispo de León, México

Ciudad de México (Martes, 06-04-2010, Gaudium Press) Con gran alegría y jubilo los fieles católicos en el mundo asistimos agradecidos a la gran Vigilia Pascual, celebración Eucarística marcada por cuatro momentos especiales: la liturgia del fuego, la liturgia de la palabra, la liturgia de la bendición del agua y la liturgia de la Eucaristía, a través de las cuales vivimos y sentimos el gran amor de Jesús por la humanidad. También, ese día -Sábado santo-, resucitamos con Cristo a una vida nueva marcada por la humildad, la ayuda, el amor, entre otros muchos valores.

Así, y frente a la resurrección del Señor, fundamento de la fe católica, monseñor José G. Martín Rábago, Arzobispo de León, en México, comparte con los fieles de ese país una importante reflexión sobre la importancia de éstos actos en la sociedad y en la vida del ser humano.

Resuci.jpg» ‘¡A este Jesús, Dios lo resucitó!’ Este es el anuncio que la Iglesia ha venido repitiendo incansablemente: ‘Que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación!’. Se trata de un acontecimiento histórico y atestiguado por los apóstoles. Este ha sido el centro de la identidad de nuestra fe, durante los 20 siglos de cristianismo (…) ¿Qué significa hoy este anuncio para el hombre de nuestros días?, el mundo evoluciona y cambia, pero la humanidad, en su condición fundamental, sigue siendo la misma. Hoy, como ayer, el hombre se pregunta sobre el origen del mal, el significado del sufrimiento y de la muerte, qué hay después de esta vida. La Pascua de Cristo ofrece respuestas desde la fe que mantienen su perenne validez», expresó el obispo.

Según Monseñor Martín Rábago, el mal se origina con el pecado consecuencia del libre albedrío de cada persona. «Cristo muere para reconstruir los caminos que llevan al bien, no buscando su voluntad, sino ofreciéndose confiadamente a la decisión de Dios y por obediencia acepta la muerte. Así testifica que se fía plenamente en la voluntad del Padre. Cristo vence al pecado y al mal entregando su vida con absoluta confianza en el amor misericordioso de Dios; así se gana para una vida definitiva, como lo había anunciado: ‹Quien quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por mí y por el evangelio se salvará›», agregó.

También, Monseñor en su mensaje hizo referencia a los momentos difíciles por los que atraviesa el país, dándoles a sus fieles, en la resurrección de Jesús, unas palabras de esperanza y aliento.

«Estamos convencidos que, en el fondo de nuestros problemas, está la orientación equivocada del sentido de la vida. Hemos fallado cuando aceptamos como norma de conducta un individualismo que nos aísla y nos pone en permanente oposición al «otro» al que consideramos amenazante y del que debemos defendernos. «El ‘otro’ ya no es hermano… sino competidor y enemigo. De hecho la violencia crece cuando olvidamos que somos responsables de nuestros hermanos. No habrá solución de fondo si no entramos en nuestro interior y no nos comprometemos en una conversión individual y colectiva. Para nosotros el modelo es Cristo», manifestó el Obispo.

«La persona del Resucitado se presenta lleno de vida que ya no muere. Su saludo es invitación a la serena confianza en Dios: «LA PAZ ESTÉ CON USTEDES». En sus palabras encontramos fuerza para convertirnos en constructores de un mundo más fraterno y más pacífico. ¡Que en nuestra patria se prolongue la fuerza de Cristo muerto y resucitado, único en quien podemos esperar la creación de un mundo nuevo! ¡AMÉN! ¡VEN SEÑOR JESÚS!», concluyó monseñor José G. Martín Rábago.

Con información de la Conferencia Episcopal Mexicana

Gaudium Press / Nathali J. Rátiva M

 

 

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