viernes, 22 de noviembre de 2024
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"El hoy exige de todos la construcción de puentes", dice arzobispo de Maringá, en Brasil

Maringá (Jueves, 15-04-2010, Gaudium Press) En su artículo semanal, titulado «Aún es posible lavar los pies», Mons. Anuar Battisti, arzobispo metropolitano de la arquidiócesis de Maringá, en Paraná, habla de la importancia y la necesidad de ser testigos de Cristo, ejemplos de vida, «cristianos tocados y apasionados por el Maestro, pues así el lavar los pies no será solamente una dramatización que se repite una vez por año, sino la transformación del Evangelio en palabras de vida y de vida eterna».

El arzobispo abre su artículo recordando que pasada la fiesta de la pascua todo vuelve a su rutina.

«La semilla fue lanzada, los terrenos son los más variados posibles, más temprano o más tarde va germinar y dar sus frutos, porque la semilla es de primerísima calidad, no existe otra mejor. La semilla de la Buena Noticia del Maestro Jesús es la única y no hay otra para ser comparada», dice.

Para reforzar su pensamiento, el prelado nos recuerda el lavado de pies, realizado el Jueves Santo, y resalta que lavar significa purificar, dejar limpio, quitar la suciedad, crear un ambiente nuevo, al paso que los pies forman la base, dan seguridad en el caminar, hacen entrar en comunicación con el otro, nos posibilita crear relaciones con lo diferente.

Purificar nuestras relaciones

«Así, lavar los pies significa purificar nuestras relaciones humanas, formales y frías, mantenidas en la base de la falsedad, las críticas y juzgamientos comprometiendo el propio honor y dignidad. Significa crear relacionamientos verdaderos, sacando las máscaras del engaño y las ventajas personales, invirtiendo los comportamientos egoístas e interesados que excluyen y marginan al otro», analiza.

Para Mons. Anuar, lavar los pies significa también dar oportunidad al caído y hacer que él camine con los propios pies, acortando distancias, venciendo diferencias, superando divisiones, transformando los enemigos en amigos, dejando de lado el odio, la venganza y la rabia que solamente matan toda posibilidad de reconciliación.

Defender la vida, desde el nacimiento a la muerte natural

«Por último, lavar los pies significa defender la dignidad y la vida desde el nacimiento hasta la muerte natural. Significa no hacer del auto un arma que mata, hiere y quita la posibilidad de vivir sin traumas. Significa asumir juntos, las luchas contra las epidemias, principalmente contra el dengue que es una verdadera amenaza para la vida humana», agrega.

En la comprensión del mandato de Jesús, afirma el arzobispo, está la persona que debe ser amada sin colocar condiciones, comenzando por el amor a nosotros mismos, para poder amar. Él continúa destacando que delante de este mandato del Maestro y Señor no hay otra salida sino la del servicio desinteresado al otro, sin importar quien sea. «Las manchas de la suciedad desaparecerán, los pies quedarán limpios en la medida en que seamos capaces de crear relacionamientos verdaderos».

«El hoy exige de nosotros la construcción de puentes, y no muros, hacer de las rupturas y divisiones oportunidades para crecer creando espacio para una vida mejor. En la medida en que nos distanciamos unos de otros, también nos distanciamos de Dios. El relacionamiento transparente y sincero favorece una oración limpia y sincera. Ésta es la hora de atar compromisos y ser responsables por hacer que la Palabra de Dios se torne vida y no solo discurso o meditaciones piadosas», concluye.

 

 

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