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El Beato Cardenal Conde que se opuso a Hitler

Bogotá (Jueves, 22-04-2010, Gaudium Press) De la copiosa lista de héroes católicos alemanes que resistieron en su patria al nazismo, destacamos la figura del Cardenal y Arzobispo-Conde de Münster, Clemens August Graf Von Galen, llamado por su feligresía y la prensa mundial de aquel entonces «El león de Münster». Hay una famosa fotografía de él en una procesión llevando un cirio largo como quien porta un gladio.

vonGalen.jpgArio puro de alta estatura, cabello y cejas abundantes, rubio y de ojos azules, boca de labios firmes y apretados, mentón liso, macizo y fuerte. Era un auténtico alemán bien acabado pero totalmente anti-nazi. Este hombre de noble cuna enfrentó a las políticas raciales anti-judías y paganas de Hitler y su banda, con gallardía y lógica escolástica -alma de la resistencia anti-nazi, le llamaban- hasta sufrir la implacable persecución de un régimen criminal que no solo se ensañó contra los judíos más humildes e indefensos del país, sino también contra los católicos, verdad que la historia de hoy esta poniendo en irrefutable evidencia.

Llevaba las prendas eclesiales como si fuera un uniforme prusiano. La cruz pectoral resaltaba más como una sublime condecoración puesta por Dios en su pecho, hasta los botones y los ojales de la sotana y sobrepelliz tenían un distinguido toque marcial.

Cuando el régimen quiso hacer ley la infame eutanasia, el Obispo Galen se levantó una ve más como un león provocado pero calmo y resuelto a combatir sin miedo una maquinaria asesina amparada en la «legalidad» de un estado de derecho manipulado. Su voz se hizo temible simplemente porque los nazis sabían no solo del valor alemán, sino de la valentía del alemán católico al que Von Galen se dirigió pidiéndole que no apoyara semejante ley. «¿Qué harán con nuestros jóvenes soldados mutilados cuando regresen de la guerra?», preguntó inflamado de celo patriótico pero más de amor de Dios, porque esa norma violaba cínicamente la Ley Divina en un pueblo dilacerado por el amor a Dios y a la Patria.

Y Von Galen, de noble estirpe guerrera, era un patriota católico que sabía poner en los rieles las prioridades. No por ser alemán raizal iba a apostatar de la fe que siglos atrás le dio identidad a las tribus de su aguerrida nación, que de los pantanos y oscuros bosques de la Germania hizo un jardín de candor inocente y pugnacidad serena.

El Arzobispo Cardenal nunca había estado de acuerdo con la política nazi por ningún motivo. Nunca dejó de responder a los ataques que al derecho natural, al derecho divino y a los derechos del Iglesia hizo el nazismo desde el comienzo, intentando levantar el viejo Kulturkamp del protestante Bismarck, una prefigura de Hitler.

Es una alegría saber que ya es beato y que -de Dios ha de estar- pronto le veremos como un santo de altar.

Por Antonio Borda

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