viernes, 22 de noviembre de 2024
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La medicina paliativa "da a la persona que va morir el sentimiento de que ella está siendo bien cuidada, y hasta valorizada"

Brasilia (Lunes, 15-05-2010, Gaudium Press) Tuvieron lugar el sábado pasado las últimas conferencias del simposios de bioética realizado en el marco del 16° Congreso Eucarístico Nacional de Brasil. La conferencia del médico y profesor portugués Daniel Serrão, «Calidad de cuidados al final de la vida», abordó los cuidados al final de la vida y la eutanasia.

El conferencista, de 82 años de edad pero lleno de plena salud, comenzó su discurso afirmando que el organismo humano está programado para «aguantar» vivir 120 años. Para él, «quien vive con dignidad, envejece y muere con dignidad, una vez que la buena muerte, la muerte digna, se conquista en la juventud». En este escenario, según sus ponderaciones, la muerte del hombre no sería un acontecimiento trivial.

Entrando en el tema de la eutanasia como un despliegue de sus explicaciones, ponderó que el cuerpo humano «sabe» morir naturalmente. Para él, la eutanasia viene tornándose un argumento-herramienta para minimizar el sufrimiento y la angustia no del enfermo, sino del propio médico.

«Ahora, tengo compasión por aquella persona, entonces la mato», ironizó el profesor. «El médico que afirma esto, tenía era compasión por sí mismo, porque no podía más soportar el sufrimiento del paciente. Esta compasión es egoísta. Y entonces, se mata por compasión, un absurdo que consta en documentos oficiales, inclusive», destaca, recordando aprobación por el parlamento holandés de la llamada muerte asistida.

El profesor insiste que el sufrimiento tiene siempre un tratamiento médico y seguro. «Cualquier sufrimiento. No siempre se puede eliminarlo, pero es posible tratarlo». Él defendió la prevalencia de la llamada medicina paliativa personalista, tratamiento individualizado de cada enfermo, tanto del cuerpo como del alma. «Da a la persona que va morir el sentimiento de que ella está siendo bien cuidada, y hasta valorizada».

Conforme el conferencista, el hombre necesita de un verdadero humanismo de responsabilidad. «Lo que un hombre deja es la memoria de sus palabras, la memoria de sus gestos y hasta la memoria de su sonrisa para aquellos con quien vivió, y también los hijos que generó. Esto expresa una realidad que transciende el cuerpo físico. La dignidad del hombre esta aquí. La dignidad humana esta en la libertad, física y espiritual».

«Es la finitud de la vida que da gran sentido a ella. Con la muerte, la vida de cada uno de nosotros no acaba, sino continúa», reflexionó, concluyendo su conferencia.

«Coherencia Eucarística»

Después del término de la conferencia del médico portugués, tuvo inicio la palestra «Desafíos en el ámbito político en relación a la vida y la familia», realizada por el abogado, ex-fiscal de la República del Brasil y miembro de la Comisión de Bioética de la CNBB, Cláudio Fontelles.

Fontelles abordó esencialmente lo que definió como «coherencia eucarística», la vivencia según los valores innegociables del Evangelio y la defensa de la misma.

Como valores fundamentales, el abogado citó, evocando las palabras del Papa Benedicto XVI, el respeto y la defensa de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, la familia fundada en el matrimonio entre el hombre y la mujer, la libertad de la educación de los hijos y la promoción del bienestar.

«El relativismo secular estremece con la frase del Papa: ‘Estos son valores no-negociables’. Y nosotros estamos en un mundo, hoy, donde todo se negocia, todo se comercia» denuncia.

«Dios no reduce nada. El mundo globalizado en que vivimos es el que nos reduce. La globalización substancialmente es reductora, porque quiere hacernos pensar de la misma manera. Dios, no. Dios es amor, absoluta expansión».

Para él, los legisladores, especialmente los que se dicen católicos, deben guiarse siempre por los valores impresos en la naturaleza humana. Cuando no lo hacen, entonces es necesario protestar, reclamar y levantar la voz.

Como ejemplo de frutos de esta manifestación por la coherencia eucarística, citó el reciente retiro del gobierno en la nueva redacción del Plan Nacional de Derechos Humanos, al no «tocar nuestros símbolos religiosos de los espacios públicos» y mantener la penalización del aborto, aunque clasificándolo como una cuestión de salud pública.

«¿Por qué el aborto es salud publica?», indaga. De acuerdo con él, recientemente senadores presentaron datos en una audiencia en el Congreso según los cuales las muertes de mujeres provocadas por lesiones, infecciones y otros problemas decurrentes del llamado aborto clandestino -lo que haría del aborto un problema de salud poblacional- seria «ínfima», mucho menor que los números que el gobierno presenta. Para el ex-fiscal de la República, es preciso exigir del Ministro de Salud y del gobierno la comprobación real e inequívoca de dónde están estos datos, en qué hospitales, en qué circunstancias.

Sobre ser anunciador de la fe católica, es categórico: «El Culto agradable a Dios nunca es meramente privado, sin consecuencias de nuestras relaciones personales, y requiere el testimonio público de nuestra fe».

«La dimensión divina permite que yo sea todo al mismo tiempo, un hombre político, jurídico, religioso. No soy apenas una de esas cosas, soy todo. Y tengo que anunciar esto», concluyó, arrancando fuertes aplausos, de pie, de la platea.

 

 

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